Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, haitianos, un sòlo dominicano: Obra de reconstrucciòn a cargo del Ayuntamiento del Distrito Nacional en el Malecòn de Santo Domingo.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve haitianos: etc, etc, etc: Obra de construcciòn del parqueo de la Càmara de Diputados en la Feria de Santo Domingo.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve haitianos: etc, etc, etc, etc, etc: Obra de construcciòn de la Primera Lìnea del Metro de Santo Domingo; donde trabajan una cantidad indeterminada de haitianos.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve: etc; etc; etc; etc;: Instalaciòn de tuberias para la ampliaciòn de la capacidad del agua que se distribuye a importantes sectores de la capital dominicana; desde el kilòmetro nueve de la Autopista Duarte: En su gran mayoria; o inmensa mayoria; los obreros son haitianos.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, de doce vendedores de targetas de llamadas, de helados, de coco, de periòdicos, de frutas, de dulces, etc, etc, etc, ubicados en la avenida J. F. Kennedy, frente al sector capitalino de Los Jardines, son haitianos.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, de unos doce vendedores ambulanes ubicados en la intersecciòn de la Autopista Duarte con el cruce de Manoguayabo,….son haitianos.
No importa la obra que sea; pùblica o privada; mas del 80 por ciento de los obreros son haitianos, o sea, todo lo contrario de lo que establecen nuestras leyes de trabajo.
Pero, si usted se traslada al campo, es lamentable ver como los haitianos estàn construyendo viviendas en sonas montañosas, a orillas de los rios, y aùn màs, han desplazado la mano de obra dominicana, en la producciòn de cafè, cacao, arroz y otros rubros.
Todo ello, para satisfacer las apetencias desmedidas de grandes productores, que por no pagar lo medianamente justo al trabajador dominicano, colaboran con la invacion haitiana.
Pero saben que es lo màs lamentable y penoso de todo esto? Que sea el propio Estado dominicano, el propio gobierno, el que prohige esa ilegalidad, y màs que ilegalidad, ese atentado contra el futuro de la Nacion Dominicana, de nuestra dominicanidad, de nuestra lengua, de nuestra cultura, de nuestras tradiciones, contra la propia existencia como Naciòn.
Lo lamentable, es que usted no ve un sòlo agente o ´´inspector de Migraciòn´´ en ningùn lado, en ninguma parte, puesto que los haitianos ilegales o no, estàn por todas partes, en todas partes, en todo lugar.
Lo lamentable es que esos terratenientes, agroempresarios o como se llamen, estàn afilando cuchillo contra su propia garganta, puesto que ante una situaciòn de inestabilidad social, como la que ellos y la irresponsabilidad de nuestros gobiernos, o mejor dicho del propio Estado Dominicano, han incentivado y ayudado a crear, los màs afectados seràn ellos.
Lo lamentable es que los empresarios de la construcciòn y los ingenieros que aprovechan la indiferencia y la irresponsabilidad de las autoridades, estàn cavando su propia tumba, ya que el uso de la mano de obra haitiana de forma masiva, les dejarà -como de seguro les deja-, buenos dividendos econòmicos, pero que se preparen, para cuando el pais sea invadido por organismos internacionales, en la supuesta defensa de la minoria que ellos ayudaron a crear.
Entonces serà el crujir de dientes y lamentaciones, pero ya serà tarde, porque los haitianos habràn ocupado los puestos de trabajo en los campos, la construcciòn, la mano de obra informal, y hasta la no tan menos formal, como empresas de seguridad, que desde ya, tambièn estàn empleando a los haitianos.
El espejo de Yugoslavia, -pais ubicado en Europa, y quien desapareciò como naciòn, desmembrada por las minorias y por las grandes potencias-, parece que no ha sido suficiente para despertar. Ojalà que cuando se quiera hacer algo, no sea demasiado tarde.