Barahona es una provincia que le ha dado muchas cosas a la sociedad: profesionales de altos rendimientos académicos en todas las profesiones, agricultores laboriosos, productos alimenticios y de otras especies de alta calidad. Además, se caracteriza por su hospitalidad, por tener hombres y mujeres valientes, solidarios y con visión de futuro, factores que se combinan con el ejército de intelectuales, deportistas, y artistas que han puesto en la cima de la fama el nombre de la República Dominicana (Casandra Damirón y María Montez son dos ejemplos elocuentes).
También se le conoce como una ciudad con atractivos turísticos, con terrenos fértiles, suficientes para generar recursos económicos que podrían revertirse en el desarrollo sostenible de sus infraestructuras. Entonces, ¿cuál es la razón del abandono de esa provincia? ¿Qué está pasando?
Hay dos respuestas: 1) La resistencia de los empresarios y ricos de la provincia a invertir y luchar por su desarrollo. Incluimos en este glosario a los que se hacen llamar “líderes políticos regionales”, que cada período electoral salen a las calles a mendigar el voto y luego que los eligen se olvidan de la población; y 2) La indiferencia de las autoridades frente a los reclamos de la población, que padece todo tipo de penurias y donde la pobreza saca de circulación a destiempo, en forma indignante, a miles de barahoneros.
El hambre ha transformado los cuerpos de los habitantes de esta histórica provincia. Los rostros resecos y cuerpos enjutos de los ciudadanos evidencian que no la están pasando bien. Este fenómeno es más notorio en el área rural donde existen personas que se pasan el día con una tasa de café y apenas tienen para comprar un huevo o una libra de arroz. Eso no es justo. Hay que ir también en auxilio de esta gente, cuyo único pecado es haber endosado por generaciones su sinceridad, la dignidad, la honestidad y el compromiso social a favor de los depredadores de conciencia que a base de mentiras y demagogias han sacado el mejor provecho para acumular fortunas.
La respuesta de la población a la miseria y ante la indiferencia de las autoridades frente a este holocausto social injustificable ha sido el éxodo masivo. Las calles de Estados Unidos, Europa y otros puntos universales están adornadas de barahoneros que deambulan buscando trabajo para sostener a los suyos a través de las remesas. Una mayoría se niega (con justa razón) a retornar a residir en la tierra que los parió. Es un cuadro triste.
En el pasado reciente se han hecho varias promesas políticas. Pocas se han cumplido. Tuvimos un aeropuerto (el María Montez) y ya no existe porque se llevaron todo, hasta el radar. La excusa para justificar este desatino es que el turista no sentía tanta atracción por la zona, versión ésta que contrasta con la cantidad de extranjeros que visitan las playas, ríos, los parques históricos y otros atractivos turísticos.
Estamos indignados por el abandono de Barahona. Sin embargo, aún hay esperanza de progreso. Nos alegra saber que la Secretaría de Turismo firmó un protocolo con la empresa Sociedad Comercial Terma de la Salamandra para arrendar por 99 años 300 tareas de terrenos en la provincia con el propósito de construir un proyecto turístico de salud en aguas termales. Tendrá una inversión de US$25 millones.
Las aguas termales son minerales que emergen espontáneamente del suelo a cinco grados Celsius, por encima de la temperatura superficial, ricas en diferentes componentes minerales, por lo que son utilizadas en la terapéutica mediante baños, inhalaciones, irrigaciones, calefacción, y se le atribuyen propiedades medicinales.
El proyecto será levantado en la comunidad de Canoa y se pretende abrir fuentes de empleos para miles de padres de familia atrapados en la miseria. Comenzará a desarrollarse un año después de que lo apruebe el Congreso y su construcción concluirá en cinco a siete años. Constaría de unas mil habitaciones cinco estrellas, 20 canchas de tenis de torneo internacional, un campo de golf de 27 hoyos, piscinas termales, cataratas, chorro a presión, un centro de convenciones, entre otros. Esos son los acuerdos concertados entre Turismo y los empresarios italianos.
La idea anunciada por Félix Jiménez, Secretario de Turismo, está en el tapete. Ahora faltaría que los legisladores demuestren que profesan la fe del patriotismo que dicen tener y aprueben el proyecto, pues se perfila que el Estado recibirá US$500 mil en esa iniciativa y los parceleros del municipio de Canoa serán compensados con la suma de US$350 mil. Lo digo en esos términos porque la mediocridad de algunos de nuestros congresistas es tal, que por revanchismo político o por resentimientos son capaces de boicotear el proyecto por provenir de un sector del gobierno.
Por ahora, lo prudente es darle seguimiento a la iniciativa y valorar las cosas positivas que involucra este protocolo. Exhorto a los barahoneros que estemos alerta, luchemos, y defendamos nuestro derecho a la vida, a vivir en condiciones más humanas y a obtener los recursos necesarios para desarrollar la infraestructura de nuestra olvidada provincia. Es hora de salir de la categoría de los muertos vivos.