El método científico exige como rigor rutinario del que decide indagar y profundizar sobre un fenómeno en particular, hacer un levantamiento bibliográfico sobre el estado actual del tema, elaborar unas hipótesis, un marco conceptual-teórico-histórico y un esbozo de las técnicas y metodología a utilizar. Debe también, elaborar un cronograma y un presupuesto. No obstante, para el presente ensayo descarté todo el instrumental científico y me decidí por abordar la tarea sin más herramienta (equipaje) que la experiencia y el trato de primera mano con algunos ejemplares del Perfecto Enano Político.
Para mejor ilustración convendría una definición general (universal) del Perfecto Enano Político. Generalmente, El Perfecto Enano Político es un personaje atípico con cara de pendejo, de hablar pausado, mirada ausente y esquiva, con aire de intelectual, o académico (rara veces, de tigre) , se desvive por estar en escena, le gusta con devoción los halagos, tiene delirios de grandeza; aunque diga lo contrario, sufre de encerrarse y de hacerse el ermitaño, a veces, luce dadivoso pero no es su naturaleza, es haragán y perezoso; pero diligente y hábil para cobrar esfuerzos ajenos, no reconoce meritos , a menos, que no sean suyos , o de su logia, vive hambriento de escenarios y de público (que él nunca busca), exige fidelidad a cambio de explotar las necesidades primarias de sus alabarderos y adulones, le gusta en demasía sembrar cizañas, tejer intrigas, contar y oír chismes, se desvela y hasta amanece detrás de su presa, vive de una empresa en la que no puso ni un carajo, detesta al franco y sincero, se viste de pulcro y honesto; pero es una falsa. En fin, El Perfecto Enano Político vale la pena examinarlo y despojarlo de su antifaz. Empecemos.
El Perfecto Enano Político es un titiritero por naturaleza, con la mala suerte de que casi siempre se enreda entre sus propios hilos. Te anuncia y te organiza una velada y después con sonrisas e insinuaciones te la cobra. Es un simulador por excelencia. También, usurpa títulos y funciones. Le da vergüenza su miseria tanto que no va a misa ni a ningún lugar donde se pueda contabilizar su gentileza. Eso si, el Perfecto Enano Político es un diestro y hábil manejador de las relaciones humanas. Para tales fines, tiene siempre a mano: finas atenciones, golosinas y una carita que cualquiera -a primera impresión- lo postularía para Santo.
Estoy convencido de que El Perfecto Enano Político nunca va a la guerra. Por ello, procura siempre tener en su corte de acólitos a tontos útiles que a la menor señal (como perros domesticados) descodifican deseos, órdenes y bellaquerías a cambio de una mesada, una posada y un pedazo de pan. Se diría que, El Perfecto Enano Político, es infinitamente humanitario; pero en realidad todo en él es puro teatro.
Sobre su hábitat natural se podría decir que es la vida social: encuentros, tertulias, celebraciones; conferencias, veladas, etc.; pero su debilidad (su gran debilidad) son los grandes y pomposos encuentros con los detentores del poder. Y aunque haya hecho muy poco o nada para disfrutar de tales encuentros fácilmente se desplaya en insinuaciones que dan cuenta de esfuerzos, inversiones y captaciones que jamás canalizó ni procuró. Y no vayan a creer que semejantes arrogaciones se las manifiesta al más humilde de los invitados. No. Se las dice directo y en vivo (con su carita de pendejo) al más encumbrado de la concurrencia. Todo esto mientras los organizadores y verdaderos anfitriones (de la fiesta, velada o encuentro) están dando saludos y agradecimientos por la asistencia. Como vemos El Perfecto Enano Político es capaz de sacarle ventaja hasta a su propio entierro.
Es también un buscador de cámara y de primera página de los diarios. No escatima esfuerzo para lograr principalia; aunque tenga que auto alabarse en una crónica cuyo estilo y rebuscamiento lo delata y lo denuncia como un glotón y pobre de reconocimiento. Es que sufre del complejo de querer ser figura a fuerza y como sea y no importa que en su afán se le vea el refajo o que quede en evidencia su miseria
Pero donde no tiene comparación El Perfecto Enano Político es precisamente en el terreno político. Allí es un animal (en el estricto vocablo) pues ni guarda la forma ni el fondo. Simplemente es un espadachín que cuida con esmero y tacañería el momento, el protocolo, el refrigerio, la agenda, el podio y, por supuesto, la mesa de honor (sin descuidar, los discursos, salutaciones y reconocimientos). Lo del público, gastos y sacrificios queda para los tontos útiles (pendejos) que al final recogerán los desperdicios mientras él se escurre con las figuras importantes y deja uno de los suyo para despistar a los interesados por el final. Ya en otro salón o escenario, El Perfecto Enano Político, habla sus mentiras y entrega su pliego de peticiones.
El Perfecto Enano Político es un curtido y experimentado armador de intrigas, libelos y documentos difamatorios y de denuncias (también, de repudio y llamadas) aunque nunca aparece como autor ni como complotador. Atiza contradicciones y alimenta hogueras al tiempo que se vende como apaga fuego y mediador. Tiene el tufo de abrazar y halagar a sus confesos enemigos y llega al colmo (o burla) de pedirle autógrafos y piropear su familia. Como vemos El perfecto Enano Político cuida los detalles en demasía.
En todos los escenarios usa su disfraz que consiste en: carita de pendejo, finas cortesías y saludos efusivos. Ah, eso si, lleva menta, azufre y calmantes por si hay desmayos, ataque de histeria o de espanto ante tanta genuflexión en una sola persona (¡él mismo!).
Puede estar inscrito en un partido político: pero jamás le debe fidelidad ni entrega al mismo, no vaya ser que lo identifiquen en tiempo de transición cuando hay, por principios y respeto, que abandonar los asientos porque llegan nuevos inquilinos. Aquí se hace el loco y apuesta a que nunca llegue una frase (decreto) diciendo: ¡levántate Lázaro!, como en el relato bíblico.
En la comarca donde vive procura que nada funcione porque vive del caos y la anarquía que fomenta y aupa como la Gatita de Maria Ramos. En ese fan, aunque usted no lo crea, se alía a rufianes, delincuentes y otras alimañas para hacer sus días más felices y recrear sus memorias. También gusta de hacer rabietas y mentarle la madre a cualquiera; aunque al poco rato, se le vea con el agraviado de brazo y en franca camaradería. Es que en el fondo, se estaba matando, por un visitante de importancia, una comida, o sencillamente, por una invitación. Sin duda, El Perfecto Enano Político, es un cabildero consumado.
El Perfecto Enano Político es también un enfermizo saboteador de actividades, reuniones y encuentros. En ese accionar elabora pírricas e infantiles estrategias que ante su fracaso, no le queda más remedio que aparecerse derrotado y frustrado en busca de papeles de reparto o de extra.
Por último, El Perfecto Enano Político no admite derrota de ningún género y casi siempre acusa a los demás de traiciones y cuantas bajezas puedan ocultar su falta de escrúpulos y dignidad. Por ello se esconde y no da la cara en tiempos difíciles donde hay que arriesgar el pellejo y confesar bandos. En fin, es un charlatán!