Señor, el problema no es cambiar a Pedro por Juan, ni a Juan por Pedro. El problema no es, señor, sustituir a uno por otro en una Secretaría de Estado cualquiera.
El problema es otro, Señor, más serio y más profundo.
No tiene que ver con nombres, ni con posiciones en el organigrama del Estado, mi Señor.
Los cambios en el gabinete usualmente sirven para cambiar el orden de los privilegios que otorga el poder; es decir, para sistematizar la corrupción, para que quienes no han robado, roben. Por aquello de que las oportunidades son calvas….
Cambiar a Pedro por Juan, o viceversa, no cambia nada. Usted lo sabe mejor que yo, mi querido profesor.
Porque nada cambia en realidad. Los pobres siguen siendo pobres y los ricos más ricos. El problema es de política económica y social. El problema es sistémico. Dicho de otro modo, el modelo no sirve.
Usted lo dijo muchas veces en las aulas universitarias, en el partido y en las esquinas. ¿Lo olvidó, mi profesor?
Durmiendo con el enemigo
Diputados del Partido Revolucionario Dominicano votaron a favor de dos proyectos que previamente habían sido rechazados por la dirección de esa organización. A pesar de ignorar una resolución del partido, los legisladores no fueron sancionados.
Durante una reunión el candidato presidencial del PRD se mostró indignado, pero nada sucedió. No hubo recriminación ni expulsiones. Ni siquiera una amonestación pública.
La dirección del partido, la misma que dispuso el rechazo, no hizo nada frente a un hecho de indisciplina tan grave.
Los diputados que acataron la decisión del PRD, de no votar a favor de los proyectos, afirman que hubo dinero por el medio. Que el gobierno envió "al hombre del maletín" para "convencer" a los legisladores opositores. Y que ese hombre es un dirigente del PRD, no del PLD.
Es contando con ese "hombre", que goza de muchos privilegios en la Cámara de Diputados, sin ser diputado, que el gobierno pretende sumar los votos para la aprobación de la reforma de la Constitución, particularmente en lo referente al artículo 49 sobre la reelección. El propósito es eliminar el "nunca jamás" para que el presidente Fernández puede presentarse como Chávez, por toda una vida. Mientras le quede un soplo de vida.
No es por nada, pero el candidato presidencial del PRD debe revisar su entorno. Está durmiendo con el enemigo.
Las encuestas
Las encuestas de los últimos días coinciden en que el presidente candidato tiene menos de 35 puntos, mientras crece el número de ciudadanos que no está de acuerdo con la reelección.
Si es verdad que tiene 34 puntos significa que se ha producido un desplome de su nivel de popularidad, si tomamos en cuenta que fue elegido con un 57%. Ha bajado más de 20 puntos.
Significa, de igual modo, que el PRD puede volver al poder en mayo próximo. ¿Está el PRD dispuesto a asumir el reto de asumir nuevamente el control del país? ¿Está preparado? Una cosa es cierta. El PLD ha vuelto a fracasar.
El presidente Fernández se hunde en el mar de la incompetencia y la inconformidad de la gente que lo eligió. Las encuestas le dan en la cara al presidente Fernández.
La corrupción como discurso
Las declaraciones de hace unas semanas del director general de Aduanas, Miguel Cocco, sobre la corrupción en su gobierno, pasaron como tenían que pasar, sin pena ni gloria.
Uno que otro dirigente político o miembro distinguido de la sociedad civil lo vieron bien. Pero nada más. Pura retórica.
No faltó quien criticara la postura del funcionario alegando que era impropio para alguien de su posición en el Estado y en medio de una prematura campaña electoral.
El interés político partidario debe primar siempre sobre cualquier otro elemento. No puede ser de otra manera.
Los medios de comunicación controlados por el Palacio Nacional se hicieron los chivos locos. Como era de esperarse. Alrededor de 250 casos de corrupción en los últimos 20 años han quedado sin sanción. Y no es que, como dijera Lidio Cadet siendo secretario general del partido de gobierno, "los corruptos no dejan huellas". Sí las dejan, sí las dejan…
No hay más ciego que aquél que no quiere ver, ni más sordo que aquél que no quiere escuchar. El tema de la corrupción no es más que un discurso, sólo eso.