Nos preguntamos si no avanza, agachada en el escenario electoral, una crisis de carácter económico-social.
En abril del año pasado -2006- vimos que el Gobierno dominicano se encaminaba hacia una nueva reforma fiscal o, más bien, impositiva. Funcionarios como Temistocles Montas y Vicente Bengoa se empeñaron en desmentir tal percepción. Claro, estábamos en tiempos de elecciones y más que como parte del equipo que conduce el Estado se manifestaron como políticos en busca de votos.
El tiempo nos dio la razón. No sólo hicieron una nueva reforma fiscal –la tercera en dos años y medios- sino que la misma tuvo un costo oneroso para diversos sectores productivos (tanto que han tratado de enderezar el entuerto a menos de seis meses de torcido el rumbo).
Hace unas semanas, el director del semanario Clave nos advierte de la probabilidad de que el país vaya camino a una crisis, la cual no califica, pero indica que “las exportaciones bajaron, las importaciones siguen subiendo. Los ingresos del Estado en los últimos años crecieron un 160%, algo poco visto en un país con las condiciones de la República Dominicana.
El 70% de los ingresos del Estado proviene de impuestos indirectos, que los paga la población como consumidor final. Sólo el 30% de los ingresos proviene de impuestos directos.
Las regulaciones al sistema financiero se fortalecieron luego del 2003, pero se redireccionó el crédito y en la actualidad el 60% va al consumo y no a la producción para las exportaciones. El Banco Central está pagando más de 35 mil millones de pesos anuales de intereses por certificados ¿Hasta dónde crecerá esa burbuja?
La deuda externa sigue creciendo. Cada mes el Congreso Nacional aprueba préstamos para proyectos en marcha, como el Metro, que al final no sabemos cuánto debe el país por ese moderno sistema de transporte. Generalmente los créditos de exportación o préstamos para pago a suplidores son onerosos”.
En medio del teatro electoral… ¿Avanza agazapada la crisis?