En estos días, a propósito de ciertos cambios en el tren gubernamental dispuesto por el presidente Leonel Fernández, se ha vuelto a hablar del método o los métodos de Joaquín Balaguer.
Se le atribuye al presidente Fernández el estar recurriendo a dichos métodos en su empeño de lograr la reelección presidencial en las elecciones del 16 de mayo del 2008.
Creo el primero que advirtió que sus métodos se agotaban fue el propio Balaguer. Y probablemente por ello fue en gran medida se empeñó en hacer un gobierno de diez años diferente al de los doce años.
En los doce años, matizado por la guerra fría, en la lucha contra el comunismo, muchas de las formas de ejercer el poder derivadas de la geopolítica, fueron acuñadas como parte del código de gobernar de Balaguer.
Si el presidente Fernández, como piensa mucha gente está recurriendo la forma de Balaguer de ejercer el poder, y más concretamente de maniobrar para retenerlo, debiera reflexionar de si en verdad, el código de gobernar de Balaguer podría darle resultado a sus fines electorales de cara a los venideros comicios.
Un presidente está siempre en las cúspides, en la loma, desde donde logra ver más que aquellos que estamos en la falda de la montaña. Es probable que el mandatario haya percibido realidades que un mortal desde un pequeño diario digital no logre ver. Como por ejemplo, que la modernidad no ha llegado a la mente política del dominicano y por eso para labrar en ella haya que usar rudimentarias herramientas del paleolítico político nacional.
Desde esa óptica, por ejemplo, tendrían validez ciertos movimientos recientes del mandatario, pero al mismo tiempo debería ser motivo de preocupación por muchos dominicanos, entre ellos el presidente Fernández, que ha estado abogando por cambios en la manera de pensar y actuar en el ejercicio de la política.
Que Fernández, un hombre con una visión moderna del Estado, con un discurso orientado a traducir cambios en la sociedad, deba recurrir a método atrasado debe llamar la atención, porque estaría ante un signo de fracaso de la actuales generaciones de políticos.
De todo modo, el mandatario, que tiene ante si el desafío de tratar revalidad el mandato, debiera poner un poco la atención de la gente que ha estado censurando algunas de sus decisiones, pues es probable que tratando de complacer a las mentes del atraso, agriete el consistente respaldo que ha exhibido en las mentalidades que representan el avance de la nación.
Y así como unas elecciones se pueden perder porque no complacer a quienes andan pecando algo en las política, creando partiduchos para granjearse beneficios del pastel del Estado, también se puede salir derrotado por ignorar a quienes anhelan otra forma de ejercerla.