Las primeras palabras del nuevo Jefe de la Policía fueron: “Más Operaciones Policiales y menos Presencia Policial”. Sé que algunos se preocuparon. Yo de inmediato me sentí seducido por escribir estas líneas, sin pasiones y sin penas. En los próximos seis meses se verá, si tendremos un Jefe policial autoritario o integrado a la comunidad.
Aunque otros hablan de causas, a nosotros nos gusta hablar de condiciones para prevenir la delincuencia. Aunque otros digan que la criminalidad es la causa de la inseguridad ciudadana (por lo que hay que prevenirla), nosotros decimos lo contrario, es decir, que como consecuencia de otras muchas inseguridades (falta de empleo, de un techo, electricidad permanente y barata, salud pública, instrucción pública y privada, carestía de la vida, falta de libertades, entre otras) surge la criminalidad. Atacar, pues, estas inseguridades es lo que cuenta, y no tanto atacar la criminalidad estricta.
Se prefiere la presencia policial y no necesariamente, estas “operaciones policiales”, que quizás algunos se quedaron tratando de entender. Los métodos y medios utilizados para prevenir la delincuencia, con eficacia y con eficiencia, le tocan a la Policía Nacional.
El origen de la delincuencia como fenómeno social, es totalmente condicionado al Estado: “quien quiera analizar esta cuestión desde el punto de vista científico…no puede obviar el nexo histórico que constituye su base”. El Estado. Porque la delincuencia debe evaluarse como un conjunto, no sólo de delitos, sino también de delincuentes, un concepto muy imperfecto por razones muy sabidas dentro de la criminología.
Hay diferencia entre el delito y la delincuencia. Y el delito no es toda la violencia que existe en una sociedad. Estos fenómenos homogéneos, tomados por separado poseen unas propiedades, pero si se les toma en conjunto pasan a ser distintos de sus componentes, nos conducen a referirnos a la delincuencia en conjunto, como el fenómeno lógico para las condiciones concretas de una sociedad concreta. La delincuencia es una magnitud compuesta de todos los acontecimientos individuales que en su masa forman este fenómeno social. La criminalidad es la manifestación de la delincuencia.
La criminalidad se mantiene viva por la desigualdad social, la discriminación del poderoso frente al desposeído, la actitud del hombre hacia la mujer, del Estado frente al ciudadano, y como resultado de ello tenemos a la marginalidad social, que es tema sempiterno de todas las sociedades. Nuestra sociedad no es horizontal, el desarrollo económico se concentra en apenas dos o tres ciudades. No puede haber, por lo tanto, progreso social y cultural. Cuando asociamos la interrelación entre economía y criminalidad, se comprende el por qué ella es un fenómeno urbano, y por qué se hace más cruel y más física en su expresión, y el delincuente se torna habitual.
Para prevenir la delincuencia que hay partir del contexto urbano, ya que todos cuentan: los delincuentes y las víctimas, los que están en riesgos de la delincuencia, el papel de la Policía, especialmente lo que concierne a sus relaciones con la sociedad en su conjunto, al cumplimiento de el objeto de la institución policial (artículo 2, ley institucional de la Policía Nacional, Nº 96-04). Porque sabemos que esta Policía ejerce al mismo tiempo funciones represivas y preventivas.
Creo, que la reducción de la inseguridad ciudadana tiene mayor efecto si es la comunidad la que diseña la campaña de prevención a la criminalidad, si se persuade de contar con una Policía más comunitaria, más perceptiva de aquel que no es un infractor, sino que es un ciudadano común. La atención tiene que estar en el delincuente, pero también en la protección del ciudadano.
Los términos “operaciones policiales” son, por lo tanto, formas de "precaución" y de "coerción". No es como en los términos “prevención” del delito, o “profilaxis”, que implican una coordinación de la Policía con la comunidad y sus autoridades, para que el servicio que ofrece la Policía evite los conflictos dentro del medio social. Se recomienda el patrullaje a pie, motorizado, para dar una idea del control y de advertencia, tranquilidad y paz pública.
La lucha contra la delincuencia tiene una dimensión más amplia. Si se habla del objeto de la Policía Nacional, hay que considerarla lo más que se pueda un servicio público. El Estado es el responsable de prevenir el delito, los poderes del Estado son los que tienen que proteger los intereses de la sociedad. A la Policía sólo le corresponde controlar que así se haga, por ejemplo en casos de denuncia del mal uso del presupuesto de una institución pública, al servicio del sistema penal, descubriendo delitos y buscando a los delincuentes.
La lucha contra la delincuencia se analiza mediante distintas medidas de prevención. Se han expresado diferentes puntos de vista sobre esta prevención. En estos momentos lo que nos gustaría es que se continúe la “investigación acerca de las causas de la violencia delictiva” y cuáles han de ser los medios fundamentales que debe emplear la Policía Nacional para prevenirlos.