MÉXICO, ago (IPS/IFEJ ) – Entre una cuarta parte y la mitad de los juguetes que llegan a manos de niñas y niños de varios países de América Latina fueron contrabandeados y muchos contienen sustancias peligrosas para la salud.
La inseguridad sanitaria de los juguetes se combate con periódicos pero insuficientes operativos de las autoridades, pero no es privativa de los productos de contrabando, tal como demostró el retiro de decenas de miles de piezas de la fabricante Mattel, la mayor empresa del rubro juguetería.
La capacidad de control de las autoridades es escasa en esta región.
Detectar si un juguete es seguro queda entonces en manos de los consumidores, que suelen privilegiar el bajo precio y están poco acostumbrados a verificar y exigir calidad en sus compras, según observadores.
Los productos retirados por la empresa estadounidense Mattel –que llegaron a casi 20 millones en todo el mundo cuando la firma detectó que contenían pinturas con elevadas concentraciones de plomo y pequeñas piezas imantadas desprendibles– representan apenas una porción del mercado latinoamericano.
Estimaciones de grupos empresariales y algunos estudios indican que, en México, más de la mitad de los juguetes que se comercializan llegan por contrabando o son copias ilegales, mientras en Brasil 25 por ciento están en esa situación. En los demás países se registran niveles similares.
A mediados de este mes, la policía fiscal de Perú decomisó tres toneladas de juguetes que, según explicó, despedían un fuerte olor y presentaban a simple vista coloraciones excesivamente brillantes. El reporte indicó que gran parte del cargamento iba a distribuirse en tiendas establecidas.
En Colombia, los decomisos de juguetes de dudosa procedencia y calidad sumaron siete millones de dólares entre enero y agosto, mientras en México lo incautado se estimó en 3,5 toneladas en ese mismo periodo.
En este último país, el no gubernamental Instituto para la Protección Privada de la Propiedad Intelectual calcula que sólo en enero, cuando se celebra la tradicional fiesta de Reyes Magos, las ventas de juguetes legales sumaron alrededor de 1.800 millones de dólares, cifra que no llega ni a la mitad de la estimada para los de origen ilegal.
"Estando en pañales la cultura del consumidor en América Latina y debido a la falta de controles, los juguetes pirata, pero también los legales –no siempre libres de compuestos peligrosos– representan un serio peligro para los niños", dijo al ser entrevistado Alejandro Calvillo, director de la organización no gubernamental mexicana El Poder del Consumidor.
Fuentes oficiales consultadas para este artículo en varios países reconocieron que los controles son escasos.
En Brasil, donde las inspecciones de juguetes son aleatorias, Mauro de Britto, jefe de la división de combate al contrabando en las aduanas, informó que se llega a verificar 20 por ciento de esos productos y aseguró que tal nivel ya es uno de los más altos del mundo.
Pero, según especialistas en comercio exterior, sólo tres por ciento de los productos importados por Brasil, entre ellos los juguetes, son analizados rigurosamente en cuanto a su contenido y documentación.
De Britto argumentó que el control total es imposible, "pues no hay cómo fiscalizar todo sin comprometer y paralizar los intercambios comerciales".
En Colombia, el director de Salud Pública del Ministerio de Protección Social, Gilberto Álvarez, indicó que fiscalizar el mercado juguetero corresponde al Ministerio de Comercio y a la Superintendencia de Industria. Pero ellos "niegan esta responsabilidad" porque, a su entender, "poner la cara" no resulta bueno, denunció.
La dependencia aludida por Álvarez replicó a su vez que la inacción responde a una falta de legislación adecuada.
En México existen normas sobre la calidad de los juguetes desde 1994, y vela por su aplicación, con controles aleatorios, la oficial Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.
No obstante, al igual que otras dependencias similares en el resto de los países, la mexicana hace poco o casi nada en relación a la calidad de los juguetes de contrabando.
Tampoco logra detectar problemas como los de Mattel, que el 1 de agosto reconoció públicamente que algunos de sus productos, elaborados en China, contenían plomo y serían retirados del mercado.
Con este caso, la cuestión de los controles se puso en la palestra también en el mundo industrial.
En Colombia, el Ministerio de Protección emitió el día 15 una normativa que, alegó, tiene "el propósito de proteger la vida, la salud y la seguridad humana" y "establece los requisitos sanitarios que deben cumplir los juguetes que se fabriquen, importen y comercialicen en el territorio nacional".
En la nueva regulación, similar a la vigente en otros países desde hace varios años, se indica que los juguetes no podrán contener determinadas cantidades de sustancias como arsénico, cadmio, plomo y mercurio.
En Argentina, el gobierno puso en marcha este mes nuevas disposiciones, incluyendo aranceles, con el propósito de frenar una amplia lista de productos de importación, que incluye juguetes procedentes de China, cuya fama cayó por los suelos en las últimas semanas por el caso Mattel.
A fines de los años 90 se prohibió en Argentina el uso de ftalatos, sustancias que ablandan los plásticos, en juguetes para niños pequeños. El año pasado, una inspección halló varios miles de productos, tanto nacionales como importados, que no cumplían la norma.
Mientras, la Asociación Peruana de Consumidores y Usuarios solicitó al gobierno reglamentar de forma inmediata una ley de 2004 que prohíbe la importación y fabricación de juguetes con componentes considerados tóxicos.
Además, las autoridades de varios países salieron a coordinar con las filiales de Mattel o de empresas importadoras el retiro de productos, organizaron operativos de control y emitieron alertas al público.
"Los niños, que son los consumidores más vulnerables, están expuestos a serios peligros por los escasos controles a la calidad de los juguetes, pero sobre todo por el contrabando rampante", advirtió Calvillo, de El Poder del Consumidor.
* Con aportes de Helda Martínez (Colombia) y Verónica Rivas (Brasil). Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales). Publicado originalmente el 25 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/2007)