Los actuales gobiernos haitiano y dominicano no han incluido aún en su agenda las reivindicaciones de las y los migrantes haitianos y sus descendientes en el territorio dominicano a favor de un trato más justo, según lo expresado por varios líderes de organizaciones haitianas y domínico-haitianas a la agencia de información en línea AlterPresse Las dos administraciones de Haití y la República Dominicana vienen mostrando un interés cada vez mayor por intensificar y armonizar sus relaciones diplomáticas, pero “siguen siendo indiferentes a la situación difícil e inhumana que enfrentan los y las migrantes y sus descendientes en suelo dominicano”, afirman.
Critican, al mismo tiempo, el hecho de que delegaciones oficiales procedentes de ambos países no han dejado de visitarse unas a otras y celebrar, con grandes pompas, reuniones diplomáticas y acuerdos binacionales “haciendo caso omiso de nuestras justas reivindicaciones”.
'¿En definitiva, cuáles son las prioridades de los dos gobiernos con respecto a nuestra situación?', se pregunta uno de ellos, perplejo.
'No te das cuenta de que, cuando viene nuestro presidente René Préval a República Dominicana, sólo lo vemos en la televisión sentado junto a Leonel Fernández (su homólogo dominicano), comiendo, bebiendo y hablando; pero, nunca se ha acercado a nosotros para saludarnos, para hablar con nosotros, para preguntarnos cómo vivimos aquí y para ver qué puede hacer por nosotros quienes sufrimos muchas discriminaciones, abusos y violaciones de derechos humanos aquí', declara otro migrante, indignado.
La “estrategia mediática” de ambas administraciones denunciada por migrantes haitianos
Los actuales jefes de estado, haitiano y dominicano, se han esforzado por tejer y mantener relaciones muy cordiales entre ellos. Además de acuerdos binacionales en perspectiva relativos a la salud, la agricultura, el medioambiente, etc., los dos presidentes no han cesado de manifestar su amistad ante la prensa y la opinión pública.
Otros actores dominicanos y haitianos, entre ellos, parlamentarios, hombres y mujeres de negocios, médicos, historiadores, artistas, se han sumado a este esfuerzo, a través de visitas recíprocas, partenariados y actividades conjuntamente organizadas. Expresan su voluntad de contribuir, desde su campo de acción respectivo, a esta iniciativa de acercar a ambos pueblos.
Sin embargo, todo este proceso encaminado a crear y consolidar lazos de cooperación entre ambas naciones es considerado por algunos líderes de asociaciones de migrantes haitianos en República Dominicana como 'acciones mediáticas que tienen sólo el objetivo de hacer creer al mundo que todo va bien entre ambos países, escondiendo de esta manera la situación de explotación, discriminación y violación de derechos humanos que viven cotidianamente las y los migrantes y sus descendientes en el país'.
Ese grupo de migrantes critica también la estrategia de los dos gobiernos actuales que consiste, según ellos, en “eludir los temas y problemas que han sido la manzana de la discordia en las relaciones haitiano-dominicanas”.
Las condiciones infrahumanas de vida y de trabajo de las y los migrantes haitianos, así como las violaciones a sus derechos fundamentales, las deportaciones brutales y masivas, la falta de políticas y de leyes migratorias claras y justas, la discriminación racial, la marginalización social, la denegación de la justicia, constituyen, al juicio de ellos y ellas, algunos de los puntos delicados que ambas administraciones tratan de esquivar y para los que ellos y ellas, precisamente, reclaman soluciones urgentes.
Cada vez más abandonados
Las y los migrantes haitianos que entrevistamos se pronunciaron también sobre el comportamiento de los representantes diplomáticos de su país acreditados en República Dominicana. Afirman que se sienten cada día más abandonados por la misión diplomática haitiana en la república vecina.
'Cuando las autoridades dominicanas cometen alguna injusticia en contra de nosotros o de otros compatriotas y vamos a la Embajada de Haití en Santo Domingo para buscar ayuda, ellos, quienes -se supone- nos representan aquí, no nos hacen caso, no nos escuchan; nos responden, la mayoría de las veces, con indiferencia, que no disponen de tiempo para meterse en esas cosas', se queja un migrante.
Otro amonesta la actitud de los funcionarios que 'nos piden mucho dinero cuando vamos allá para renovar un pasaporte o para solicitar algún otro papel; para inscribirnos en la Universidad o para hacer otro trámite”. “A veces, prosigue el mismo, nos hacen pagar más de lo que el documento cuesta.'
Por su parte, las Dominicanas y los Dominicanos de origen haitiano se lamentan de que el Estado y el gobierno dominicanos sigan negándose a reconocer su derecho a la nacionalidad dominicana. Argumentan que dicho derecho es ratificado por el “jus soli” (principio según el cual toda persona tiene derecho a tener la nacionalidad del país donde nació) establecido por el artículo 11 de la Constitución Dominicana vigente y reforzado por una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),.
Explican que este estado de “apátridas” en el que se encuentran les ha privado de sus derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales, tales como el derecho de acceder a la educación, a una vivienda digna, a un contrato de trabajo de acuerdo a la ley, entre otros; esto los condena a una situación de precariedad y vulnerabilidad generalizada, hacen notar.
El reto de mirar al futuro atendiendo al presente y aprendiendo del pasado
'¿Es posible construir mejores relaciones entre ambos pueblos cuando nuestros gobiernos siguen mostrándose cada vez más insensibles e indiferentes al trato discriminatorio e inhumano que nos infligen en República Dominicana? ¿Acaso no somos parte de ambos pueblos?', se preguntan militantes de organizaciones haitianas y domínico-haitianas basadas en la Capital dominicana.
Los pueblos y gobiernos de ambos países, que comparten una misma isla, tienen el reto de mirar al futuro, pero atendiendo las reivindicaciones de las y los migrantes haitianos y sus descendientes y aprendiendo de su historia común para evitar repetir errores del pasado que podrían envenenar más las relaciones entre ambas naciones.