Se me antoja que el país puede marchar hacia una dictadura de partido o simplemente hacia una dictadura. ¿Es posible tal cosa en estos tiempos? ¿Estados Unidos apoyaría una dictadura en el Caribe? No lo creo. De todos modos, hay razones suficientes para pensar que el presidente de la República, embarcado en la aventura de la reelección, está dispuesto a sobrepasar los límites de la tolerancia política para lograr sus propósitos.
En al Partido de la Liberación Dominicana están sentadas las bases ideológicas para instaurar un gobierno de fuerza, si la sociedad le sigue permitiendo medidas que van contra los más elementales principios éticos y morales de la actividad política; si la sociedad continúa en el dejar hacer, dejar pasar; si continúa permitiendo estos altísimos niveles de complicidad y de tolerancia que representan un retroceso institucional.
La compra de dirigentes opositores sin relevancia a costa del presupuesto nacional a nueve meses de las elecciones, los cambios militares, las reuniones con generales, las designaciones en puestos claves de guardias y policías, no tienen nada de casual, ni de espontáneo. Al contrario, parecen ser el resultado de un plan maestro que comienza a ejecutarse.
La advertencia que hacen 29 ex generales de las Fuerzas Armadas en torno a presuntos planes para evitar que el proceso electoral sea diáfano y transparente, con miras a burlar la voluntad popular, no puede ser tomada deportivamente por la opinión pública, ni mucho menos por los partidos de oposición, los sindicatos, las iglesias cristianas y las asociaciones empresariales y de la sociedad civil.
Si el gobierno le hace al país lo mismo que le hizo a Danilo Medina, y logra, con esas malas artes quedarse en el poder, estaríamos frente a un régimen ilegítimo, ante un gobierno de minorías fruto del uso de los recursos del Estado, de la represión militar y del abuso.
Si a la oposición le gana el Estado, como le ganó a Medina, se crearía una situación de ingobernabilidad que las botas militares ni los fusiles podrán detener por mucho tiempo, a menos que sea sobre un río de sangre y una montaña de cadáveres.
Más que los intentos primarios de sobornar a una parte de la oposición, y de otras bellaquerías menores, lo que me preocupa es la manera como la sociedad acepta esos hechos, como si se tratara de algo normal.
La gente aceptó, como bueno, el estado de sitio a partir de las 12 de la noche pensando que el objetivo era evitar la delincuencia y la criminalidad. ¡Falso! El estado de sitio vulnera los derechos ciudadanos. La libertad de tránsito, la libertad de asociación, de reuniones…. Va contra la Constitución de la República, lo que no ha preocupado a los señores de la Suprema Corte de Justicia, ni al Congreso.
Desde mi punto de vista, la vocación democrática en el PLD siempre ha estado entre comillas, signos de interrogación, de admiración, corchetes, subrayado, en mayúscula, y en negritas. La dirección del PRD parece haberse dado cuenta de los planes del grupo reeleccionista y ha decidido salir al extranjero para denunciar al gobierno. Es una buena medida, pero no basta. Es necesario sacar al PRD del cascarón en que se encuentra. Urge una línea de masas, es decir, apoyarse en las mayorías que parecen haber tomado la decisión de sacar del Palacio Nacional al grupo que lo gobierno -o desgobierna- en estos momentos.
Las denuncias en los organismos internacionales y en los gobiernos amigos de la Internacional Socialista, que son muchos, deben ir acompañadas de la movilización del pueblo. Sólo el pueblo puede detener la reelección, solo el pueblo puede tener el uso y abuso de los recursos del Estado. Para decirlo con palabras de Danilo Medina, solo el pueblo puede impedir que el Estado se imponga nuevamente en las elecciones de mayo próximo como ocurrió en las elecciones congresuales y municipales, como ocurrió en las elecciones internas del PLD.
Si el PRD y el Partido Reformista, junto a otras organizaciones políticas no se unen para enfrentar al Estado, es decir, al gobierno del presidente candidato, al PLD y sus aliados, que sepan las consecuencias. Y que las asuman.
En las elecciones de mayo no sólo está en juego el poder, está en juego la alternabilidad, está en juego la democracia.
Los quiero dejar con las palabras del pastor luterano alemán Martín Niemoller (1892-1984), que erróneamente se le atribuyó a Bertolt Brecht, a modo de reflexión
"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar".