Recientemente realicé un soñado viaje a la isla de Cuba. Siempre había escuchado que las cosas andaban mal en Cuba; que la gente estaba oprimida por un régimen socialista que tenía limitadas las libertades humanas. Siempre quise tener mi propia versión de la historia, por lo que deseaba comprobar todo con mi propia vista y oídos. Lo que escribo no es el resultado de una exhaustiva investigación de la realidad social, política y económica de ése país, pero si es el resultado de mi apreciación al estar en la isla y compartir con su gente. Lastimosamente no pude ir a La Habana ni conocer a Fidel, pero me voy a valer de un escritor Francés llamado Ignacio Ramonet (http://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_Ramonet) para compartir su apreciación de lo que yo no pude ver.
Llegué a Santiago de Cuba, ciudad histórica y testigo de acontecimientos claves que constituyen una buena parte de la raíz de la revolución cubana. Conversé con muchos ciudadanos de diferentes edades y formación profesional; luego de varios días de construir relaciones hice muchas preguntas relacionadas con el actual estado de cosas en la isla y, con el futuro del país para los próximos 5 a 10 años. Algunos son muy optimistas y creen que ya hay señales de algunos cambios que se están produciendo desde el traspaso del mando de Fidel a Raúl. Otros son pesimistas y creen que las cosas no cambiarán mucho.
Comprobé que la gente está deseosa de poder vivir en un país con menos escasez; todos quieren tener más poder adquisitivo. Tuve contacto con muchos jóvenes, quienes evidencian un profundo amor por su patria y un inquebrantable compromiso con la dignidad de su gente. El pueblo tiene un nacionalismo centrado que ha sido bien capitalizado por el gobierno. La mayoría de la gente está convencida que el pueblo cubano es víctima del imperialismo y que su situación económica es el resultado del abuso de poder de los EE.UU. Claro, es un país que está suspendido en la década de los 60.
En materia de transporte, el pueblo está pasando una difícil situación. El Transporte es un gran problema, pude ver gente transportándose en carretas tiradas por caballos, en camiones, en trailers improvisados tirados por cabezotes de camiones, en bicicletas, a pie; vi muchas aglomeraciones de personas en las entradas de los pueblos esperando por transporte. Ignacio Ramonet, en su libro Cien Horas con Fidel, describe mejor la situación: “Dificultades económicas, colosal incompetencia burocrática, corrupción a pequeña escala generalizada, penurias, racionamiento, dureza de la vida cotidiana, restricciones de ciertas libertades”.
La historia de la revolución cubana es impresionante, así como el poder comprobar como su principal protagonista ha mantenido la lucha por la dignidad del pueblo cubano en el nivel de las ideas. El liderazgo de Fidel es indiscutible; confirmé la razón por la que todavía está en el poder: la mayoría de la gente siente un especial respeto y admiración por el Comandante; algunos casi lo adoran. Ramonet lo describe como un individuo “íntimo, casi tímido, bien educado y muy caballeroso que presta interés a cada interlocutor y habla con sencillez; con modales y gestos de cortesía de antaño, siempre atento a los demás, y en particular a sus colaboradores y escoltas”.
Según las apreciaciones de Ramonet, Fidel “es un dirigente que vive de manera modesta, casi espartana. Lujo inexistente, mobiliario austero, comida sana y frugal. Hábitos de monje-soldado. Incluso sus enemigos admiten que figura entre los pocos jefes de estado que no se han aprovechado de sus funciones para enriquecerse”. A esto agrega Ramonet: en Cuba “Es inexistente el culto oficial a la personalidad. Aunque la imagen de Fidel está muy presente en la prensa, en la televisión y en las calles, no existe ningún retrato oficial, ni hay estatua, ni moneda, ni avenida, ni edificio, ni monumento dedicado a Fidel Castro ni a ninguno de los líderes vivos de la Revolución”.
No hubo apagones mientras estuve allá y me comentaron unos amigos que ése es un problema que ya tienen resuelto, al menos en Santiago (el 2006 fue el año de la revolución energética en Cuba). Allá no vi niños en la calle, ni en los semáforos, ni ancianos mendigando; en Santiago se puede caminar tranquilo sin temor a ser asaltado en cada esquina. Me contaba una señora, dueña de la casa de hospedaje donde me alojé, que en una ocasión estuvo hospitalizada durante 36 días por asuntos complejos de salud (incluyendo una semana en cuidados intensivos) y no tuvo que pagar un centavo; esto me decía a propósito de que se me había presentado un cuadro nefrítico mientras estuve allá y, al ofrecerme llevarme al hospital, trataba con su testimonio de darme confianza en la calidad y dignidad de los servicios de salud de la isla.
Definitivamente, los cubanos están muy adelante de nosotros en lo relacionado con la educación, la salud, energía y el cuidado del ambiente. Es gente muy educada, sus profesionales tienen un nivel de competencia superior a la de los profesionales nuestros; es gente alegre, cordial y hospitalaria a pesar de sus vicisitudes. En este sentido Ramonet señala: “A pesar del constante hostigamiento exterior, este pequeño país, ha obtenido resultados innegables en materia de desarrollo humano: abolición del racismo, emancipación de la mujer, erradicación del analfabetismo, reducción drástica de la mortalidad infantil, elevación del nivel cultural general… En cuestiones de educación, de salud, de investigación médica y deporte, Cuba ha alcanzado niveles que la sitúan en el grupo de naciones más eficientes”.
Pensaba en mi país, mi adorada República Dominicana. Vivimos "en democracia", tenemos un desarrollo económico envidiable (en términos del PIB), según las autoridades; pero los servicios de salud son inalcanzables para la mayoría del pueblo pobre y la educación deja mucho que desear; en ella se invierte menos del 2% del PIB. Cada día hay más niños deambulando en las calles, la inseguridad ciudadana y la delincuencia son un grave problema y los apagones no nos dan tregua. Para colmo tenemos una “plaga” de políticos que se están comiendo el país y son "equipos pesados" que se encargan de abrir cada vez más la brecha entre ricos y pobres y de acrecentar la desigualdad. Se turnan cada 4 años para depredar esta media isla, y se cubren entre ellos para que todo quede "en familia". Son una clase que considera la Justicia como una prostituta a la que, en situaciones, pueden acudir para "comprar servicios" que les permitan edificar y consolidar sus murallas de impunidad.
El informe de Desarrollo Humano para la República Dominicana del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del 2005 registra que la economía dominicana ha sido la de mayor crecimiento en América latina en los últimos 50 años; pero también registra que ha sido uno de los países donde ha habido menos desarrollo humano en ésos últimos 50 años. Dice el citado informe que la pobreza de mi país no se debe falta de recursos, sino a la incapacidad de la clase política, empresarial y la misma sociedad civil para ponerse de acuerdo en un plan de nación a largo plazo (http://portal.onu.org.do/contenidos/archivos/01%20Capitulo%20Naciones.pdf). Sin embargo tenemos libre comercio, muchas visas americanas, McDonalds, etc., y también cada día tenemos más miseria, más desigualdad, más injusticia, más impunidad.
Coincidencialmente ésos últimos 50 años (48 en realidad) Cuba ha vivido bajo el régimen instalado luego de la revolución. Dice Ramonet que en esos años “Amnistía Internacional no ha podido señalar casos de tortura física en Cuba, de desapariciones, de asesinatos políticos o de manifestaciones reprimidas a golpes por la fuerza pública”. ¿Y aquí? Sólo recordemos toda la represión, los asesinatos y desapariciones en los primeros 12 años de Balaguer y, en la desaparición de Narcisazo en su último mandato. En esos años la economía de Cuba no creció tanto como la nuestra, pero su gente ha alcanzado más avances; cualquier comparación debe concluir en que están mejor que nosotros en términos de desarrollo humano.
En nuestros países “democráticos”, con gobiernos patrocinados por los Estados Unidos existe “violación permanente de los derechos económicos, sociales y culturales de los ciudadanos; hay escandalosa mortalidad infantil, analfabetismo, montones de gente sin techo, sin empleo, sin cuidado sanitario; mendigos en las calles, barrios hacinados, droga, criminalidad y toda clase de delincuencia; fenómenos desconocidos o casi inexistentes en Cuba”.
¿De qué sirve esta "democracia" cuando es sólo libertad para que unos pocos vivos se sirvan de un grupo de tontos con "P"?. Cuba está pagando el precio de su dignidad, dignidad que nosotros hemos dejado que la clase política local y continental la prostituyan. Prefiero vivir sin lo que el imperio llama "democracia" pero con dignidad y desarrollo humano, porque los pobres de este país tienen la misma escasez y precariedades que los pobres en Cuba.
“Guardaos de la levadura de los Fariseos que es su hipocresía… Os digo que si vuestra justicia no supera la de los Fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos”. –Jesús de Nazaret.