Tanto la búsqueda del poder mediante un acuerdo reaccionario y racista con el doctor Joaquín Balaguer, como el ejercicio mismo del poder, suponen un cambio radical en la conducta del Partido de la Liberación Dominicana y de sus dirigentes más connotados.
La llegada del PLD al gobierno no implicó cambio alguno en la estructura del Estado, ni significó una visión nueva, renovadora o revolucionaria al modelo que impuso Estados Unidos a partir de 1966.
Por el contrario, el PLD ha profundizado las desigualdades sociales, ha mantenido el esquema que heredó tanto del Partido Reformista como del Partido Revolucionario Dominicano, a quienes criticó desde la oposición, acusándolos de corruptos y traidores, de vender o empeñar la soberanía nacional. Para el PLD todos eran corruptos. Acusó al doctor Balaguer de crear 300 nuevos millonarios al amparo de la corrupción y el tráfico de influencia. El PLD pidió tres meses para resolver el problema energético del país; igualmente aseguró que de llegar al gobierno acabaría con la corrupción. Decía que su ideal era servir al partido para servir al pueblo. El PLD se colocaba a la izquierda de los "partidos tradicionales" PRD y PRSC. De hecho muchos izquierdistas fueron asimilados por el PLD ante el fracaso de los partidos revolucionarios marxista-leninistas.
Un partido nuevo para una nueva sociedad, eso pretendía ser el PLD en el discurso de su líder y fundador, el profesor Juan Bosch.
El PLD llegó al poder tras 23 años de oposición vendiéndose como lo mejor de lo mejor. De algún modo, revivió la esperanza y la fe de la gente que lo eligió cansado de más de lo mismo.
La llegada del PLD debió suponer una revolución, es decir, cambios profundos en la manera de hacer política, en la manera de gobernar. Supuso una mejoría sustancial en las condiciones de vida material del pueblo, una apertura mayor de libertades, pero no fue así. Al contrario, el PLD reeditó el pasado.
En vez de Bosch, como paradigma inigualable de comportamiento ético y moral, el PLD abrazó la conducta del doctor Balaguer. El pensamiento y la práctica de Bosch fueron tirados al piso para ir a la basura y recoger el pensamiento y la práctica del doctor Balaguer. El doctor Vincho Castillo, personaje siniestro de la política criolla, fue escogido como baluarte y colocado en un pedestal de gloria en el Palacio Nacional para que defendiera a los acusados de quebrar los bancos privados y empobrecer a más de 500 mil dominicanos.
El PLD se prostituyó en el gobierno. La mayoría de sus dirigentes se enriquecieron de la noche a la mañana…
El PLD se entregó a los brazos de la más rancia y retrograda oligarquía criolla, a los brazos del gran capital nacional y extranjero, a los brazos del imperialismo.
La excusa de que el PRD también lo hizo, no es aceptable, porque el PLD dijo siempre ser la diferencia, ser el lado bueno de la política. Hoy es el peor lado. Hoy es la dos cara de la misma moneda. El PLD supera en incompetencia y corrupción a todos los gobiernos anteriores.
Lo que ha pasado en los últimos días con la compra de dirigentes opositores demuestra el nivel de inmoralidad. Y como un chiste el secretario de organización del PLD anuncia que viene otro mercado, que la compra continuará.
¿Qué ha pasado con la militancia del PLD que no reacciona, que no dice nada frente a tanta inmundicia, frente a tantos desmanes, ante tanto bochorno? ¿También las bases han sido atrapadas por el vicio? ¿Dónde están los hombres y mujeres que bebieron agua fresca del manantial inigualable de sabiduría y principios éticos y morales del profesor Bosch que no reaccionan, que no hacen nada, que no reclaman una vuelta atrás, a la nobleza, a la honestidad y la sencillez?
El PLD se ha pasado casi ocho años en el gobierno acusando a los otros de todo cuanto ocurre. Hipólito, Hipólito, Hipólito. Todo es Hipólito. Antes era Balaguer. Todo Balaguer. ¿Pero acaso el pueblo no eligió al PLD para que resolviera los problemas? De impolutos a traficantes de ilusiones, de honorables a ricos de la noche a la mañana sin haber jugado la lotería, de humildes y sencillos a prepotentes y arrogantes, de austeros a derrochadores de los recursos del pueblo.
Pregunto de nuevo, ¿Se corrompió todo el partido o aún quedan fuerzas morales internas capaces de producir un cambio radical en el pensamiento y en la conducta del PLD y sus dirigentes? ¿Qué pasó con el sentido crítico de los peledeístas? El PLD se ha convertido en una frustración para el pueblo dominicano, en una vergüenza nacional. No existe una sola razón, una sola, que justifique la reelección del Presidente.