WASHINGTON, 11 sep (IPS) – Luego de dos días de comparecencia de dos altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos en Iraq ante el Congreso legislativo, la perspectiva de una retirada sustancial de tropas con George W. Bush como presidente son más remotas que nunca.
El propio Bush se dirigirá a los televidentes estadounidenses este jueves para apoyar la recomendación del general David Petraeus, el comandante de las fuerzas de este país en Iraq: el regreso de unos 30.000 soldados, 20 por ciento del total, para agosto de 2008.
Eso dejaría en el terreno a unos 135.000 uniformados, más o menos lo mismo antes de iniciada en febrero la estrategia "surge" (embate), que implicó elevar la presencia militar en el frente iraquí.
Por lo tanto, la salida de Estados Unidos de la aventura bélica más costosa y sangrienta desde la guerra de Vietnam quedará a cargo del sucesor de Bush, que asumirá el 20 de enero de 2009.
El opositor Partido Demócrata advierte que la reducción propuesta no se acerca ni siquiera a lo necesario, en particular luego de que Petraeus y el embajador estadounidense en Iraq, Ryan Crocker, no lograron identificar ningún avance serio en los objetivos establecidos para la estrategia "surge".
"¿Estamos más cerca de un acuerdo político duradero en Iraq hoy de lo que estábamos cuando el "surge" comenzó hace ocho meses? Y, si continuamos con el "surge" otros seis meses, ¿los chiitas, los sunitas y los kurdos dejarán de matarse unos a otros y comenzarán a gobernar juntos?", preguntó el senador Joseph Biden, que presidió la sesión de este martes de la Comisión de Relaciones Exteriores.
"La respuesta a las dos preguntas es no", se contestó, en la misma instancia en que Crocker y Petraeus presentaban su testimonio en el recinto del Senado.
Algunos legisladores del gobernante Partido Republicano parecieron de acuerdo con Biden, incluidos dos de los más fervientes defensores de la invasión a Iraq en 2003: el representante James Walsh y la senadora Elizabeth Dole, quienes aseguraron haber cambiado de idea.
"El continuo fracaso del gobierno de Nouri al-Maliki en la búsqueda de la reconciliación, y el hecho de que la actual fuerza estadounidense no es sostenible hasta la próxima primavera (boreal) me obliga a apoyar" las propuestas demócratas de cambiar el carácter de las tropas en Iraq, dijo Dole.
Pero aun con unos cuantos republicanos acercándose a sus posiciones, los demócratas no parecen capaces de alcanzar los dos tercios de legisladores necesarios para levantar el veto de Bush a cualquier legislación que pretenda obligarlo a cambiar la misión militar en Iraq.
Así lo reconoció el propio Biden: "A menos que obtengamos 67 votos para levantar el veto, nada podemos hacer para poner fin a esta guerra." Según analistas, los 50 senadores demócratas serían afortunados si pudieran acercarse apenas a esa cifra.
De todos modos, alcanzar el umbral de los 60 votos sería un duro golpe político para Bush, aunque la mayoría de los observadores coinciden en que el presidente no está todavía dispuesto a ceder y aún cree que puede triunfar en Iraq.
Según versiones periodísticas, Bush dijo la semana pasada al viceprimer ministro australiano, Mark Vaile, en Sydney: "Estamos pateando traseros en Iraq."
Petraeus citó estadísticas que muestran una gran caída de la violencia religiosa en Bagdad, principal objetivo de la estrategia "surge", tanto el general como el embajador Crocker debieron admitir que los avances en el frente político –como la reconciliación nacional– eran diminutos.
El comandante también reconoció que el desalojo de Al Qaeda en Iraq de la provincia Al Anbar había sido un logro de milicias tribales sunitas, que actuaron espontáneamente y sin que eso tuviera relación con el "surge".
Crocker y Petraeus, así como funcionarios del gobierno y sus simpatizantes, consideraron que el progreso en Al Anbar era una parte fundamental de una estrategia hacia la reconciliación nacional, por la cual insurgentes sunitas se habían vuelto aliados de fuerzas estadounidenses e incluso del gobierno de Maliki, dominado por los chiitas.
Pero expertos y legisladores consideran que, una vez que derroten por completo a Al Qaeda en Iraq, las milicias podrían volver sus fusiles contra el gobierno y las tropas estadounidenses.
"Si la estrategia no logra algún tipo de reconciliación, sólo habrá echado combustible a una guerra civil mucho más violenta", dijo el director del Centro de Seguridad Internacional y Políticas de Defensa de la Rand Corporation, James Dobbins.
En el Congreso, Petraeus recomendó la retirada de 2.000 infantes de marina para fines de este mes y la de otros 4.000 antes de fin de año. Otros 24.000 deberán retornar entre enero y julio próximos. (FIN/2007)