WASHINGTON, 14 sep (IPS) – El asesinato de un líder tribal sunita, el jeque Abdul Sattar Abu Risha, que combatía a la organización terrorista Al Qaeda en Iraq, significó al menos un golpe simbólico para el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Abu Risha, de la alianza Despertar de Anbar, murió tras el estallido de una bomba fuera de su casa, según versiones periodísticas.
Funcionarios estadounidenses consideraron que la muerte del líder sunita, que reunió a las tribus de la occidental provincia de Anbar contra Al Qaeda en Iraq, fue un punto de inflexión en los esfuerzos de Washington por pacificar esa área de mayoría sunita.
El hecho ocurrió 10 días después de una reunión de alto nivel entre Abu Risha y el presidente Bush, el 3 de septiembre, en una base militar de Estados Unidos en una base militar en Anbar.
La Casa Blanca emitió un comunicado tras conocerse la noticia del asesinato del jeque, que decía tener 36 años.
"Su esfuerzo y el de los otros jeques tribales, que lo apoyaron en la lucha contra Al Qaeda para llevar paz y seguridad a Al Anbar y otras zonas del país, es un ejemplo del coraje y la determinación del pueblo iraquí", reza la declaración.
"Este jeque fue uno de los primeros en presentarse ante Estados Unidos para expulsar a Al Qaeda de la provincia de Anbar", señaló la nueva portavoz de Bush, Dana Perino.
En tanto, su contraparte del Pentágono, sede del Departamento (Ministerio) de Defensa, Geoff Morrell, describió a Abu Risha como un "combatiente valiente" y añadió: "Esperamos y confiamos en que creó un movimiento que sobreviva sin él."
Funcionarios estadounidenses y el gobierno iraquí responsabilizan a Al Qaeda en Iraq del asesinato de Abu Risha.
"Es una prueba de que Al Qaeda sigue siendo un enemigo muy peligroso y bárbaro", declaró el general David Petraeus, comandante de las fuerzas de Estados Unidos en Iraq.
Además, subrayó ante el Congreso legislativo y en numerosos entrevistas que el movimiento Despertar de Anbar fue uno de los acontecimientos más positivos ocurrido el año pasado en ese país de Medio Oriente.
Abu Risha también fue "una figura unificadora muy importante y un líder realmente inspirador que contribuyó a forjar alianzas y mantener unidas a las diferentes tribus a lo largo y ancho del valle del río Eufrates", señaló Petraeus, entrevistado por el diario The Washington Post.
Pero muchos especialistas independientes señalan que el jeque se había hecho de muchos enemigos entre los líderes sunitas de Anbar.
"Al Qaeda es la principal sospechosa del asesinato", señaló Wayne White, ex analista de asuntos de inteligencia de Medio Oriente del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos. "Pero las diversas comunidades sunitas están plagadas de conflictos tribales, rivalidades y cuentas pendientes de hace décadas."
Por su parte, Marc Lynch, especialista en prensa árabe y política sunita de la Universidad George Washington, calificó los comentarios de Petraeus como "un salto en la opinión emblemática de todo lo que está mal con la perspectiva actual de Estados Unidos acerca de los sunitas de Iraq".
"En realidad hay una plétora de posibles sospechosos, es un reflejo de la realidad de una comunidad dividida y con muchas facciones distintas, sin semejanzas con el panorama descripto por los partidarios del gobierno", escribió Lynch en la revista de Internet The American Prospect.
"Los líderes de otras tribus quedaron muy ofendidos de la importancia adquirida por Abu Risha. Líderes de las principales facciones insurgentes advirtieron durante semanas a personas del tipo del jeque asesinado de cosechar de forma ilegítima los frutos de su jihad (guerra santa) contra la ocupación", explicó.
Abu Risha, cuyo padre y dos hermanos suyos fueron asesinados por Al Qaeda, según versiones de prensa, se hizo conocido por primera vez a fines del año pasado como líder del Consejo de Salvación de Al Anbar, creado por varios jeques en septiembre de 2006 para combatir los intentos de esa red terrorista de imponer un "Estado islámico de Iraq" en esa provincia.
"Al Qaeda se ganó muchos enemigos con su retórica grandilocuente, ataques contra figuras políticas locales, intentos de imponer una moral islámica y decisiones de inmiscuirse en las rutas de contrabandistas tribales", según Lynch.
Desde hace tiempo, el experto pone de relieve la tensión existente en el seno de la insurgencia sunita entre facciones vinculadas a Al Qaeda y su ideología islamista y las de una mayor inclinación nacionalista.
Las facciones nacionalistas, mucho más grandes, se volvieron contra Al Qaeda y lograron que la red y sus aliados sufrieran grandes reveses políticos y militares en Al Anbar, en especial en la ciudad natal de Abu Risha, donde la violencia de agudizó en los últimos meses.
Algunas facciones nacionalistas, como la de Abu Risha, solicitaron y recibieron asistencia y financiación de Estados Unidos, e incluso del gobierno central, de mayoría chiita, del primer ministro Nouri al-Maliki. A cambio, inscribieron a miles de combatientes tribales en la policía.
Pero otras, sin embargo, se negaron a aceptar la asistencia y mantuvieron distancia de Abu Risha y su movimiento, aun cuando combatieron a Al Qaeda y sus aliados.
En abril, Abu Risha anunció la creación de un nuevo partido político, llamado Despertar de Iraq, movimiento citado varias veces por Petraeus, funcionarios del gobierno estadounidense y los halcones que les son favorables en la prensa, como uno de los acontecimientos más alentadores de ese país en 2007.
El comandante estadounidense trata de repetir la experiencia en otras áreas dominadas por los sunitas y en la propia Bagdad.
Con su bigote y elegante barba de chivo y porte aristocrático, Abu Risha se volvió rápidamente un integrante en los recorridos por Al Anbar de periodistas y legisladores, escoltados por funcionarios del Pentágono.
Por su parte, el experto neoconservador y profesor de la Universidad Johns Hopkins, Fouad Ajami, lo describió en una larga columna del periódico The Wall Street Journal, de Nueva York, como "gallardo líder tribal que se convirtió en la cara del nuevo acuerdo sunita con el poder estadounidense".
No sorprende entonces que, en la reunión entre Bush y los jeques tribales durante su última visita relámpago a la región, la semana pasada, Abu Risha apareciera sentado junto a él, dándose la mano y conversando en fotografías decenas de periódicos árabes.
Pero muchos analistas consideran al apoyo de Washington a Abu Risha y a otros ex insurgentes sunitas, devenidos en aliados, como un pacto con el diablo.
El propio Abu Risha era considerado en los últimos meses como un oportunista, a quien le gusta la buena vida, y había sido acusado por otros líderes sunitas de malversar millones de dólares de la asistencia de Estados Unidos y de traicionar la causa de los fieles de esa rama del Islam.
Pero más importante aún es el temor de que la cooperación sunita con las fuerzas estadounidenses es nada más que un casamiento por conveniencia, temporal, y que, al contrario de la visión de Ajami y del gobierno, no significa ningún acuerdo o "reconciliación desde las bases", como la describieron algunos funcionarios estadounidenses, con el régimen chiita dominante o la ocupación de Estados Unidos.
"El peligro es que una vez que eliminen a Al Qaeda, pueden volverse contra ti, el gobierno iraquí o ambos", dijo al periódico Christian Science Monitor el especialista en Iraq del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Londres, Toby Dodge.
De hecho, Lynch piensa que la insurgencia sunita nacionalista cree que ya derrotaron a la ocupación estadounidense y utilizan el apoyo de este país para prepararse para la guerra civil que, según ellos, seguirá al retiro de Washington.
Este país se engañó a sí mismo al pensar que Abu Risha representaba la voluntad sunita de participar en una "reconciliación desde las bases" con el régimen chiita cuando, de hecho, ambas comunidades siguen tan peleadas como siempre, según él.
"El asesinato de Abu Risha es una demostración de la ingenuidad estratégica de los argumentos" del gobierno estadounidense, concluyó Lynch.