El debate político-militar no aporta nada a la democracia dominicana, a no ser la confirmación de que la apolicidad en los cuarteles es una quimera. Tampoco abona algo positivo al ambiente político nacional que un ex presidente de la República y un ex secretario de las Fuerzas Armadas se involucren en una discusión sin sentido, poco edificante y cargada de chisme.
Las mejores democracias del mundo han logrado cimentarse en el debate franco pero sustancioso de sus líderes y ciudadanos.
Sustentados en intenciones nacionales, y poniendo a flote discusiones de alto interés para la nación, esos lideres han logrado erigir un mejor porvenir para sus respectivas naciones.
Ninguna democracia se ha solidificado con una agenda de chisme que al fin de cuenta a lo único que ayudan es a distraer a la gente sobre los asuntos que de alto interés se discuten en otras esferas de la sociedad.
Como por ejemplo, el importante juicio que se sigue en torno a la quiebra de uno de los bancos, juicio que encierra muchas lecciones para los dominicanos y la salud de su democracia.
O la necesidad de seguir impulsando que las autoridades finalmente logren imponer medidas que protejan las cuencas de los ríos, saqueados de manera vil, en una acción que atenta contra nuestro futuro ecológico.
O porque no, el debate sobre el futuro de nuestra educación, que requiere de más estímulo de parte de todas las fuerzas sociales para que el Gobierno se decida a disponer de más recursos a la cartera educativa.
O el seguimiento a la aplicación del Seguro Familiar de Salud, que amerita una vigilancia especial de esos líderes y de todos los ciudadanos para que haya un efectivo arranque y una adecuada aplicación de sus normas.
Por qué en vez de estar discutiendo nimiedades, el liderazgo militar y político no se empeña en debatir asuntos vitales para la salud democrática del país, siendo uno de los más palpitantes el de la Seguridad Ciudadana.
Perder tiempo que cuestiones triviales nada aporta al desarrollo político nacional. Solo beneficia a aquellos que ven la política como entretenimiento de estúpidos, como se le considera mucha vences a la población.