Durante los primeros tres años de su actual gestión gubernamental, el Presidente Leonel Fernández se ha preocupado más por el crecimiento macroeconómico que por el verdadero desarrollo del país que se traduzca en una mejor calidad de vida para todos los dominicanos.
El Presidente y sus comilitones se ufanan de que la economía ha crecido un 21% durante los primeros tres trimestres de los años 2005, 2006 y 2007. Sin embargo. El 71% de la población, de acuerdo con la encuesta Gallup, no ha percibido ese crecimiento, existiendo un 42% de los dominicanos cuyos ingresos no cubren sus necesidades básicas.
La misma encuesta evidencia que sólo el 6% de la población vive cómodamente, un 12% dispone de ingresos para financiar sus necesidades básicas y darse pequeños gustos, mientras que el 40% restante solo cubre sus gastos de manera muy ajustada, lo que en buen cristiano se traduce que sus ingresos no le alcanzan para el ahorro, ni para darse otros gustos. En otras palabras: la calidad de vida de la mayoría de los dominicanos anda por el suelo.
Leonel Fernández estaba claro cuando en campaña prometió “recuperar la estabilidad y el camino del crecimiento”. Fijaos que no dijo ´el camino del desarrollo’. Eso él lo ha cumplido al pie de la letra porque ha estabilizado el precio de la moneda la cual ha sido recuperada en un 22% desde el año 2004, y ha tenido un desempeño positivo de la macroeconomía, con un crecimiento promedio de un 7% anual. ¿Pero a qué precio ha logrado esos objetivos? Veamos.
La tasa del desempleo actual ha superado en un 13.9% la desocupación del año 2000; se han perdido 70,000 empleos en las zonas francas y el país ha perdido en total unos 200 mil, con una proyección de perder otros 40 mil en lo que resta de año, no obstante que el Presidente prometió un aumento en este renglón.
El nivel de pobreza que en el año 2002 era de un 26.8% ahora ha subido hasta un 36.3%, con un aumento sostenido de las desigualdades sociales. El Banco Mundial determinó que la desigualdad creció del 2004 al 2006, a tal punto que el 20% de la población más rica percibía 15.4 veces más que el 20% de la población más pobre.
El mismo Secretario de Economía de la actual gestión reconoce como “modesto” lo que se ha logrado en materia de empleos y como “francamente bochornoso la baja equidad distributiva del crecimiento” En otras palabras, el tan cacareado crecimiento económico de Leonel lo ha recibido una minoría, pero no la mayoría de la población.
El porcentaje promedio que el resto de los países de América Latina destina a la educación es de un 8% del producto interno bruto. El Presidente Leonel solo ha destinado un 2.5%, del cual sustrajo 854 millones para consumirlos en el Metro de Santo Domingo, mientras que en un estudio sobre la calidad de la educación en 115 países, realizado por el Foro Económico Internacional, la República Dominicana ocupa vergonzosamente el último lugar.
En materia de vivienda, las estadísticas nos dicen que tenemos un déficit habitacional de unas 400,000 viviendas, y de las que existen, la mayoría no reúne las condiciones mínimas para vivir decentemente, y un gran porcentaje está constituido por bohíos cobijados de yagua o cana y con pisos de tierra, al igual que cuando llegó Colón a esta hermosa pero desgraciada isla.
Un grupo de economistas, entre los que sobresale Ayaxc Mercedes, ha reiterado que en materia de desarrollo hemos retrocedido siete años, porque la mayoría de los índices que miden la calidad de vida, ha disminuido en ese lapso, aunque en el papel se vea un crecimiento extravagante de la economía.
El Banco Mundial, refiriéndose a ese cacareado crecimiento, ha señalado que “el mismo no resuelve el problema distributivo”. Por lo que recomienda al Gobierno que “Es indispensable impulsar las reformas para mejorar la efectividad y el impacto de las políticas sociales, de protección social y de generación de oportunidades económicas para las familias de bajos ingresos del país”.
Y es eso, profundizar en la aplicación de las políticas sociales y de generación de ingresos para todos, lo que no ha querido hacer el Presidente Leonel Fernández, cerrando los oídos a las voces calificadas y al clamor popular. Y mientras tanto, que siga la fiesta del crecimiento, mientras el pueblo se muere de hambre, azotado por la , la delincuencia, y el desempleo, y por la falta de alimentos, energía eléctrica, educación y viviendas.