Además de poeta prolífico, Pablo Neruda fue un combatiente de la palabra, a quien la vida y sus compromisos lo llevaron a muchos escenarios controvertidos. Los suyos fueron pleitos históricos, primero desde su juventud con sus pares en el propio Chile, y luego, ya siendo un poeta conocido, con algunos de sus colegas por el mundo. El más célebre de esos pleitos, por tratarse hoy de otro premio Nóbel, fue el que sostuvo con Octavio Paz, en 1943. Amigos al comienzo, Neruda y Paz se enemistaron por diferencias políticas y naturalmente por recelos.
Es una relación parecida a la de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, con la diferencia de que fruto del pleito entre éstos, el colombiano se llevó la peor parte.
La historia de la tormentosa relación entre Neruda y Paz, incluye una trompada que el mexicano lanzó al chileno, sin que pudiera siquiera tocarlo. “Neruda, el intelectual aliado de la revolución socialista, y Paz, el poeta puro y anticomunista”.
Octavio Paz (México, 1914-1998) era un polemista por naturaleza y el mayor rival que encontró fue a Neruda. La historia entre ambos partió, sin embargo como una amistad, que en el caso del mexicano se basaba en la admiración por el chileno.
El mismo Paz confesaba al principio que "la gran revelación" en su juventud "fue la poesía de Pablo Neruda".
En 1937 Paz publicó Raíz del Hombre y le envió una copia a Neruda, entonces cónsul de Chile en Madrid. Como respuesta, Paz obtuvo de Neruda un boleto para el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, que se realizaba en Valencia, en apoyo a la República española.
Desde entonces la amistad de Paz con Neruda fluyó con naturalidad, a tal grado, que en una reseña de "España en el Corazón", el mexicano exaltó la figura del chileno con estas palabras: "Que lo oiga España, que ahora tiene a Pablo Neruda en el Corazón".
España en el Corazón, es la obra donde Neruda “se estrena como poeta combatiente contra del régimen franquista, que costó la vida a miles de españoles, principalmente republicanos, entre ellos, a poetas como Miguel Hernández y Federico García Lorca.
La amistad entre Paz y Neruda, se estrechó cuando el chileno asumió como cónsul general en México en 1940, donde continuaron los elogios recíprocos. Allí Paz llegó a decir, que Neruda era “una criatura del universo, cordial y generoso, cuya generosidad no tiene más defecto que su exceso y un afecto personal, que a veces, aplasta como una montaña”.
Eso duró mientras la relación se mantenía equidistante, porque desde que Neruda comenzó a hacer amigos entre los intelectuales mexicanos, la cercanía hizo explotar las diferencias. Así lo recuerda el propio Paz cuando señalaba "A medidas que él se hacía más y más estalinista, yo me desencantaba de Stalin".
Hubo otro factor de roce: el mexicano se había acercado a exiliados españoles que no contaban con la simpatía de Neruda, entre los que estaban Juan Gil-Albert (1958-1985) y José Bergamín (1895-1983).
Con ellos emprendió el proyecto que gatillaría la ruptura. Paz le propuso a la editorial Séneca, dirigida por Bergamín, la realización de una antología de poesía moderna en lengua española. La selección estuvo a cargo del propio Paz y sus amigos Emilio Prados (1899-1962) Gil-Albert y Xavier Villaurrutia (1903-1951). La presencia de estos últimos y de Bergamín disgustó a Neruda, que decidió excluirse del libro.
El mexicano enfureció durante una discusión, y lanzó un gancho al mentón del chileno. Este sorprendió a su rival con un inesperado movimiento de cintura y el golpe lo recibió el poeta Enrique González Martínez (1871-1952).
De todas formas, Paz consumó su venganza en el epílogo de la antología, publicada en 1941 con el título "Laurel". Allí acusa a Neruda de "estalinismo", "egolatría" e "inseguridad síquica".
Neruda respondió calificando a paz y sus amigos de "poetas traidores", desdeñando de paso la antología, la cual calificó de "laurel podrido". El pleito entgre Neruda y Paz, siguió después en otros escenarios.