No lo conozco personalmente; nunca ha mediado entre nosotros un saludo. La vida, lejos de unirnos, aún sea circunstancialmente, nos ha dividido y nos ha alejado. No sé usted, pero yo lo lamento.
En medio de esa distancia, he ido acumulando respeto y admiración por usted, independientemente de que no comparta muchas de sus opiniones en materia de política económica, lo cual es harina de otro costal.
Quiero reconocer su determinación y valor al darle continuidad al caso de los bancos quebrados fraudulentamente.
Ha defendido usted lo que han debido defender otros.
Se ha colocado usted del lado en que debieron colocarse otros.
Era cómodo para usted hacerse el loco, dejar que el tiempo se hiciera cargo de la impunidad.
Nada perdía usted con sumarse al coro de los poderosos que piden libertad para los que desfalcaron los bancos privados y profundizaron el atraso de los dominicanos…
Usted bien pudo ignorar el informe de expertos del Fondo Monetario Internacional y de otros organismos mundiales; usted bien pudo no leer los informes y las auditorias que ponían al desnudo el mayor fraude bancario de la historia del país. Usted pudo no darse por enterado de los reclamos de los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Alemania, España y otras naciones para que se hiciera justicia.
Y más aún, señor Gobernador, usted pudo aceptar la propuesta de negociación que por diferentes vías le llegó; usted pudo dejar "las cosas así", y permitir que eliminara esto y aquello. Hacerse el loco. Simplemente.
Usted pudo negociar como se le sugirió. Usted pudo ser parte del clan; usted nada perdía negociando impunidad. Al fin y al cabo, es lo que busca una buena parte del poder. Pero usted, por orgullo, por dignidad, por arrojo, por conciencia ciudadana, por sentido histórico o simplemente porque le dio la gana, no lo hizo. Se negó. No lo sé, pero probablemente puso su cargo a disposición del Presidente de la República en más de una ocasión. No lo dudo. Lo supongo.
Usted, junto a otros funcionarios del sector económico y jurídico han tenido que soportar difamaciones, amenazas y atropellos. Sin embargo, se han mantenido firmes, igual que los magníficos abogados que representan al Estado y que pretenden recuperar el 20% del Producto Bruto Interno que le costó al país el fraude bancario.
Sé que no ha sido fácil para usted ni para el grupo de funcionarios del Banco Central que le acompañan en esta cruzada. Sé que ha sido duro tener que enfrentar a gente que tiene tantos y tantos recursos, tanto y tanto poder.
Señor Gobernador, usted, que no es candidato a nada, nunca ha sido candidato, no quiere ser candidato, no aspira a la Presidencia, ha sido más consecuente que muchos que aspiran a continuar en el poder o a llegar al poder.
Usted, como yo lo veo, no está ni a favor ni en contra de nadie. No es una cuestión personal. Está usted del lado que debe estar, del lado de la justicia. Pero de una justicia seria, que juzgue a los acusados al amparo de la ley, rechazando las presiones y los chantajes que usted con tanta gallardía ha rechazado.
Nos acercamos al final del juicio. Ya los abogados del Ministerio Público y los del Banco Central terminaron sus conclusiones. Esta semana que comienza hoy deben terminar los juristas de la defensa.
Parece que la condena es inminente. Tras bastidores, se tejen conjeturas, se chantajea, se busca padrinos dentro y fuera de los partidos, dentro y fuera del Gobierno, incluso en la cúpula de la Iglesia.
Esperemos que el sistema judicial funcione, que los jueces del tribunal, todos jóvenes, asuman el compromiso generacional con la ley y la justicia. Si actúan con absoluta independencia, se consagrarán ante el pueblo y ante la historia. De lo contrario, ese pueblo que hoy los observa con preocupación, los enviará al zafacón de la historia.
De todos modos, usted cumplió con su deber. Usted y quienes lo acompañan cumplieron con su deber, lo que no hicieron otros, incluso muchos que están ubicados en la oposición.
Permítame felicitarlo, por defender y proteger desde el Banco Central los recursos de un país que parece no dolerle a nadie.
¡Gracias señor Gobernador! ¡Muchas gracias!