Madrid, 26 de septiembre de 2007.– “Las raíces de la proliferación de la violencia lúdica parte hoy de la concepción del mundo que subyace en el hedonismo consumista o esteticista”, asegura Conchita González-Aller, socióloga y presidenta de la Fundación Vida.
“Ese ‘permisivismo’ o ‘ludismo’ ético tiene como rasgos principales el hedonismo desenfrenado y la reducción de la temporalidad al instante presente, sin recuerdo ni proyecto. Además, para muchos el pragmatismo se ha convertido en la ideología que da razón de todo su actuar”, añade esta mujer con motivo del Día Mundial de la Anticoncepción que tiene lugar hoy.
Según los datos facilitados por la organización abortista Marie Stopes International, de los 210 millones de embarazos que cada año se producen en el mundo, el 38 por ciento no son deseados y el 22 por ciento terminarán en aborto. Eso indica que 79,8 millones seres humanos concebidos son “no deseados” y estima un total de 46,2 millones los feticidios humanos anuales. “Estamos ante una situación de violencia lúdica de grandes proporciones”, comenta esta socióloga.
“Un rasgo propio de la violencia lúdica es el infantilismo. Es una oposición a la vida corriente, a la vida propiamente dicha. Además está la indiferencia, o mejor dicho, la pretendida indiferencia respecto a la moral. Así es como el esteticismo se caracteriza por preconizar la exclusividad de la dimensión lúdica como única con sentido, desvalorizando la diferencia entre realidad y representación, y eliminando toda ética que pretenda juzgar la vida humana”, sigue diciendo la presidenta de la Fundación Vida.
La primacía de lo lúdico tiene sus manifestaciones, como la violencia puramente
representada. Esta es la de algunos juegos de la playstation, que lleva a acostumbrarse a la violencia. También está la kale borroka y sus derivados, la violencia callejera. Es lo que se ha dado en llamar “pandilla dionisiaca”, que puede llegar a ser enteramente gratuita.
“El hombre, cosa sagrada para el hombre, ya se mata por juego y pasatiempo y su muerte ya es espectáculo atractivo para el hombre”, decía Séneca pensando en los circos romanos. “Esta violencia lúdica la tocamos a diario con las manos”, añade Conchita
González-Aller.
“Olvidar lo que ocurrió antes de nacer, implica seguir siendo siempre niño”, sigue
diciendo la socióloga, citando unas palabras de Cicerón. “De este modo se señala que vivir solo el presente, olvidando el pasado o el futuro –pues la muerte es ineludible–, supone soslayar la realidad de que somos seres también espirituales”, añade la dirigente de esta fundación defensora de la vida.
“El hedonismo ilimitado, una de cuyas manifesaciones más claras es la difusión de la anticonceptión en el último medio siglo, es un rasgo de esta concepción libertaria que nos empapa. Pero al final el hedonismo le deja a uno encerrado en sí mismo, le separa de los demás y produce una intensa tristeza”, concluye la presidenta de la Fundación Vida.