Paris, 26 sep (PL) Cómplice del silencio, Marcel Marceau se despidió hoy de sus admiradores en el camposanto parisino de Pére Lachaise, donde reposará al lado de numerosas personalidades insignes de la humanidad.
En una ceremonia sobria, con un violoncelo de fondo musical, el antiguo gran rabino de Francia, René Samuel Sirat, ofició la ceremonia fúnebre del más grande mimo del mundo, nacido en Estrasburgo, Francia, en 1923, como el judío Marcel Mangel.
De algún modo, Pére Lachaise constituye un nuevo hogar para el inolvidable Bip, su alter ego con rostro de payaso, chistera desvencijada y una flor inclinada sobre su cabeza.
Allí se encontrará con las almas imperecederas de Edith Piaf, Sarah Bernhard, María Callas, Balzac, Wilde, Moliére, Chopin, Isadora Duncan, Proust, Bizet, Yves Montand y Simone Signoret, entre otros.
Marcel Marceau, fallecido el pasado sábado en esta capital, pareció repetir a uno de sus personajes, El fabricante de máscaras.
En el acto cuando intenta pasar de la felicidad al llanto, al despegar la cubierta con la sonrisa atorada en su rostro, muere.
Embajador de Buena Voluntad de Naciones Unidas, colmado de premios y reconocimientos, fue el rostro más sobresaliente de la pantomima y la gestualidad silente en el teatro.
Su impronta, al calor de su inspiración en figuras del cine mudo como Charles Chaplin, Buster Keaton y Laurel y Hardy, insufló igualmente conocimientos en el célebre baile de Michael Jackson de Moonwalker, o en la danza de Rudolf Nureyev.
Alumno de la escuela de teatro "Sarah Bernhardt" de París, donde tomó cursos de pantomima de Etienne Decroux, Marceau hizo célebre entre sus obras de un vasto repertorio "Adolescencia, madurez, vejez y muerte".
"Logró en menos de cinco minutos lo que la mayoría de los novelistas hacen en volúmenes", dijo un crítico francés fascinado con el poder de síntesis y expresividad que caracterizó a Marceau.
Sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, donde se alistó con las tropas aliadas después que su padre fuera asesinado por la Gestapo en Auchwitz, Bip se hizo entrañable en las tablas.
La palabra no es necesaria para expresar lo que se siente en el corazón, repetía ese dúo irrepetible llamado Bip-Marceau.
Después de recibir en 1948 el premio Deburau (en memoria de Pierrot), uno de los tantos en su carrera, fundó su compañía de pantomima y se presentó en los mejores teatros de París, Europa, Canadá y América del Sur, y más adelante en Estados Unidos.
Una fresca tarde otoñal de París dedicó lágrimas y sonrisas a Bip, con el hasta luego reservado para quienes nunca se marchan.
apr/ft