Nicolás Maquiavelo, llamado el “primer pensador político de la edad moderna” escribió un libro llamado “el Príncipe” con el cual pretendió descubrir las exigencias intrínsecas del poder político, poder buscado y ejercido al margen de la moral y la religión. Es decir, este libre pensador italiano inicio la era de la política descarnada, manipulada, sin sonrojo crean toda clase de situaciones donde el fin justifica los medios al margen los sentimientos.
Los aduladores del príncipe crean toda clase de artimañas para ser los preferidos, soplan al oído del rey (léase candidato, presidente, dirigente máximo, etc.) toda clase de dudas y medias verdades para indisponer a posibles contrincantes, a posibles “preferidos” y lograr con ello hacerse imprescindibles, poner sus incondicionales y manejables aliados en los puestos claves para cercar al príncipe de tal forma que no vea mas que lo que a los aduladores le conviene.
Como no interviene la moral, los sentimientos, la religión, en fin todo aquello que produce frenos a la actuación social y política, el maquiavelismo instaurado por el siglo xv ha cobrado nuevos bríos en la política latinoamericana, muy especialmente en la Republica Dominicana donde la ideología y la moral se han ausentado de los partidos políticos a derecha e izquierda.
El Partido de la Liberación Dominicana –PLD- ha perdido la ideología con tendencia hacia la “izquierda” en que lo había inscrito su fundador el profesor Juan Bosch; la asignación de Leonel Fernández, Presidente del PLD, a la ideología vinchista por un lado, un reconocido ultraderechista dominicano; para luego declararse el “Balaguer joven”; crea en el partido morado un desfase ideológico de profundas consecuencias en las bases de dicho partido. La traición a Danilo Medina y el uso de los recursos del Estado para derrotarlo es una muestra del abandono de la moral política (y la amistad personal) departe del Presidente morada.
De moralistas ortodoxos, de disciplinados convulsivos y de transformadores de sociedad, los peledeístas se han convertido en todo lo contrario. Han perdido la moral política dado la inocultable corrupción de su gobierno y de sus principales dirigentes que han pasado de modestos profesionales y pequeños empresarios, de pulcros profesionales y catedráticos a empresarios del turismo, del transporte, del comercio y acaudalados miembros de la sociedad adinerada.
Eso no necesita estudio de campo, ni diseño de matriz, ni métodos de intervención en la realidad. La vista y la muestra material se chocan ante todos los dominicanos; el grueso de los dirigentes del PLD han traicionado a las bases de ese partido, no solo adoptando en la practica el “comesolismo” sino, abandonando a su suerte a las grandes mayorías de sus bases, que sin dudas forman parte del pueblo irredento que sufre en carne propia la política inversión megalómana del presidente Fernández que invierte miles de millones de pesos en un metro que nadie le pidió y que el pueblo no necesitaba, la política de impuestos que ha arruinado miles de comerciantes y pequeños empresarios, el cierre de zonas francas, lo que sin dudas solo afecta al pueblo que pierde sus empleos.
La compra de políticos de “oposición” como si la política dominicana fuera un mercado de las pulgas, superando en demasía lo que alguna vez fue parte de la política de Joaquín Balaguer; pero de forma selectiva y guardando la forma, mientras que el presidente Fernández lo hace con desparpajo y en el uso flagrante de los recursos públicos. El uso de la mentira repetitiva en lo que, según el gobierno, es el progreso y la modernidad es un mensaje lavado de cerebro de un pueblo que ha sido engañado por el actual jefe del estado.
Divide a tus contrarios, ya comprando, ya enganchando a funcionarios, es una de las reglas del maquiavelismo moderno puesta en practica por un partido que exhibió alguna vez cierto moralismo y objetivos de “liberación” que hoy han sido borrados de sus programas, de sus pronunciamientos y prácticas.