Hamburgo, Alemania. -No conocemos otra vía, es común y recomendado el castigo. Desde tiempos inmemorables eso es lo que se ha pensado y sobre esa base se actúa. ¿No perdimos el paraíso por desobedecer a Dios? Desde entonces estamos vagando por el mundo, por culpa de una manzana, o mejor dicho, de lo que implicaba el desobedecer. Estamos llenos de ejemplos, el libro sagrado nos enseña la obediencia, pero no nos quita el libre albedrío. Entonces comienza la paradoja, somos libres de elegir pero una de las posibilidades es castigada, llegamos al dilema.
Nosotros castigamos y con eso nos hacemos víctimas, sí, tomamos el papel de víctima ante la sociedad y el castigado… nos apartamos del problema real y sólo queremos corregir la consecuencia, que es el acto.
Para llegar al fondo del asunto tenemos que ver qué hemos hecho mal como parte responsable. Al profesor que le reprueba un alumno, tiene que buscar el porqué en si mismo, el que le reprueba la mitad, tiene que buscar otro oficio. El padre del niño que reprueba un curso, no debe de quitarle las vacaciones, debe ver cómo ayudar a su hijo ya que no lo ayudó antes.
Debemos de encontrar la solución en nosotros y no en los demás. Si somos los responsables de aplicar el castigo, entonces somos parte del problema, y esa es la única visión que nos hará parte de la solución. Al pasar de víctima a protagonista estamos cambiando la visión del castigo, y veremos entonces si somos nosotros en la realidad los merecedores de ese castigo.
Lo que quiero decir es que en la mayoría de los casos tratamos de corregir aplicando castigos por causa de una conducta indebida, sin embargo la conducta es una consecuencia de que la persona no ha hecho algo bajo los cánones estipulados por la sociedad. ¿Cuál es la razón por la que esa persona actuó fuera de los patrones dictados? Naturalmente que nunca buscamos eso, lo más fácil, es decir; tienes la culpa y paga por eso. Cuando lo correcto es decir, ¿Qué ha pasado? ¿Por qué esa actuación? Entonces podremos evitar que esa u otra persona cometa los mismos errores.
Castigos más fuertes no llevan a correcciones definitivas ni mejores. Volviendo al profesor que sus alumnos no consiguen aprobar… normalmente, leemos que los alumnos no se esfuerzan lo suficiente, pero lo que leo es que el profesor no se esfuerza en lo más mínimo. Yo soy de los que piensa que la nota que gana el alumno es un reflejo del trabajo realizado por el profesor, o sea que quién es evaluado en toda su dimensión es el profesor. Notas deficientes de los alumnos, indican directamente un trabajo deficiente en la enseñanza.
Así mismo un niño con problemas de atención en su casa, tendrá problemas sociales. Por más dinero que le de a su hijo, sus actuaciones serán para castigar si usted no se dedica a la parte sentimental de él.
Así que, para corregir actuaciones busque primero en que falló usted entonces comenzará a corregir para siempre, y mejor, en un futuro tendrá mucho menos que lamentar.