En esa época se apoderaron de la ópera las primeras divas famosas del mundo, de las cuales el primer nombre que resultó fue el de la legendaria Angélica Catalán, una italiana con una maravillosa técnica vocal que exigía salarios fabulosos. Había que pagárselos, pues ella representaba una taquilla segura.
Aún más famosa que la Catalán fue Giuditta Pasta, de la cual siempre se consideró que la Callas era su heredera. Pasta venció a fuerza de determinación y trabajó sus limitaciones de voz hasta convertirse en la preferida de los compositores de su tiempo.
También de esa época son la fabulosamente bella María Malibrán, de origen español y con un temperamento temerario, y su hermana Pauline Viardot, una cantante extraordinaria que conoció a todos los grandes hombres de su tiempo, los cuales se rendían como esclavos a sus pies.
Otra de las grandes prima donnas del siglo XIX fue Giulia Grisi, una italiana de maravillosa presencia y con una voz privilegiada.
El problema de algunas de esas divas es que no soportaban la competencia y podían hacerles la vida insoportable a sus rivales….una tradición ha pasado hasta nuestros días.