A juzgar por los registros alcanzados por Juan Antonio (Sánchez) Marichal en las Ligas Mayores, él ha sido – por mucho- el lanzador latinoamericano más destacado que desfiló por esos circuitos.
El "Dandy dominicano", mimado y querido por toda la fanaticada de su país, vino al mundo en Laguna Verde, República Dominicana, el 23 de octubre de 1937, y se percató desde la temprana adolescencia de que su vida gravitaría alrededor del béisbol.
Un periplo que lo condujo a militar en varios equipos aficionados locales tras abandonar sus estudios secundarios superiores, coadyuvó a que Marichal madurara vertiginosamente sus potencialidades como serpentinero.
Ya entonces dominaba aquel impulso característico que lo llevaba a elevar su pierna izquierda hasta el infinito al tiempo que la bola salía propulsada a velocidades diversas desde cualquier ángulo del cuerpo; cualidades estas que pronto lo convirtieron en estrella naciente del box.
En realidad, poco demoró el mocetón de 5.11 pies de estatura y 190 libras de peso en recibir un contrato extendido en 1958 por los Leones Escogidos, sucursal de los Gigantes de San Francisco, para desempeñarse como atleta profesional.
Con posterioridad, Marichal demostró estar predestinado al éxito pues desde 1958 hasta 1960 obtuvo 50 triunfos versus 26 fracasos jugando para tres conjuntos de las Ligas Menores antes de iniciarse en la pelota grande con los Gigantes.
En los primeros tiempos dentro del equipo fungió como lanzador de prácticas hasta que pasados casi tres meses el mentor Bill Ragney le preguntó si estaba preparado para iniciar un juego.
Su bautismo de juego, que tuvo lugar el 19 de julio de 1960, no pudo ser más halagador y espectacular, ya que fue a la altura del octavo inning cuando, con dos outs, los Phillies le conectaron el primer sencillo, salido del bate de Clay Dalrymple, para anexarse su victoria inicial en esas contiendas.
Por añadidura, en ese partido 12 bateadores de Filadelfia fueron retirados por la vía de los strikes.
La prestancia y calidad del "Niño sonriente", nombre que rápidamente le endilgaron porque en todo momento dejaba esbozar una sonrisa en su rostro, convirtieron instantáneamente a Marichal en un ídolo.
En la primera de las 16 campañas en que participó, el novato actuó en 11 partidos, lanzó 81 entradas y tuvo un saldo de seis y dos para promediar .750 y finalizar con 2.67 en carreras limpias permitidas.
Sería esa la clarinada de 12 campeonatos sucesivos obteniendo muchas más victorias que derrotas.
En las dos temporadas siguientes aumentó considerablemente la responsabilidad estelar de Marichal para con su escuadra, a la vez que demostraba cada vez más que su brazo estaba hecho con acero.
El año 1963 fue determinante para la consolidación del diestro, quien resulto líder en entradas lanzadas y victorias con 321 y 25 respectivamente, dando comienzo así a un cuatrienio en el que logró más de 20 sonrisas.
Asimismo, su PCL fue 2.41 y pitcheó además un juego de cero jit, cero carrera contra los Houston Colt en Candlestick Park el 15 de julio.
No quedaban dudas de que el latino estaba a la altura de cualquier luminaria del box y del propio Sandy Koufax, contra quien sostuvo duelos extraordinarios. Igualmente refrendó que había llegado para hacer historia en la Gran Carpa.
Entre 1963 y 1966 archivó nada menos que un récord de 93 éxitos contra solo 35 reveses, mientras su PCL fue siempre muy inferior a 2.50.
Marichal se había convertido en un lanzador temible que aprovechaba todas sus facultades, incluso su eterna sonrisa, para poner las cosas a su favor.
Al respecto comentaba el ex-receptor de los Phillies Gus Triandos: "Lo que más odiaba de él era la facilidad con que parecía hacer las cosas. No era lo mismo irse en blanco con tiradores como Sandy Koufax y Don Drysdale".
Y prosiguió Gus: "Al menos tú echabas un vistazo al box y podías ver cómo las venas se les querían salir del cuello. Parecía que estaban trabajando y se notaban preocupados. Marichal solo se para allí riéndose de ti".
Hubo una ocasión, sin embargo, en que el dominicano detuvo su sonrisa. El hecho ocurrió en Candlestick Park el 22 de agosto de 1965. Marichal estaba al bate y Sandy Koufax le hizo un lanzamiento que lo obligó a salir del plato como pudo.
"Es preferible que no me golpeen con esa bola", replicó el Dandy al receptor John Roseboro. Mas cuando este último devolvió la pelota a Sandy, esta rozó la oreja de Marichal, quien inmediatamente golpeó al enmascarado.
El batazo le infligió una herida en la cabeza y una severa hinchazón en la mano, por lo cual el lanzador de los Gigantes fue suspendido por nueve días y multado por la suma de mil 750 dólares.
Sería esa la única mácula en su largo peregrinar como jugador.
El campeonato de 1967, con 14 y 10 más 2.76 de PCL, no fue de grandes palmarés para Marichal, pero el "Año de los lanzadores"- 1968- fue colosal para él.
En el mismo trabajó durante 326 capítulos y logró 26 victorias para encabezar ambos departamentos, y brillar con luz propia en una temporada en que Bob Gibson lanzó para un estupendo 1.12 de PCL y se anexó el Premio Cy Young.
Marichal, quien participó en ocho juegos de Todos Estrellas y solo permitió dos carreras en 18 innings, completó 244 desafíos durante su carrera.
Al resumir el extraordinario decursar del "Dandy dominicano", que se retiró jugando para Los Angeles en 1975, pueden destacarse los siguientes guarismos: tiró 3 mil 606 entradas, tuvo un balance de 243 triunfos y 142 fracasos, y entre sus victorias sobresalen 52 lechadas.
Igualmente, ponchó a dos mil 303 bateadores y sólo concedió Âí709! bases por bolas; un promedio mucho mejor que el de cualquier otro lanzador con más de tres mil capítulos de actuación. Su PCL fue 2.37.
Con tantos puntos a su favor, el hombre del wind-up sideral no tuvo problemas para convertirse en el primer pelotero dominicano exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown en 1983.
Posteriormente comenzó a ejercer funciones como dirigente deportivo en su país de origen; función que lo llevó a visitar Cuba, donde elogió la calidad y potencialidades del béisbol en la Mayor de las Antillas.