No dudemos que en algún momento a alquien se le ocurra promover una ley que sanciones la seriedad y la responsabilidad del ciudadano dominicano. Por lo que estamos observando, la honestidad es un gran problema en una sociedad donde se impone el desorden, la corrupción y la impunidad.
Una ley que castigue la honradez, con cárceles especiales para todo aquel que no haya delinquido, sería una ingeniosa solución a quienes se han aduañado de nuestro pais.
Esa ley bien podría declarar la persecusión contra a todo aquel ciudadano o ciudadana o que haya tenido la oportunidad de administrar bienes públicos y no se haya enriquecido. Un mal ejemplo como ese no sería tolerado.
Declararía sospechoso a aquel que no haya mostrado interés por alcanzar una regiduría, sindicatura, diputación o senaduria, y hasta la Presidencia de la República. O, sencillamente, que no aspire a ser funcionarioen la administración pública.
Los banqueros que no hayan cometidos fraudes serían inmediatamente arrestados y condenados a la pena máxima.
Debe ser una ley severa contra la honradez. Y se deben crear tribunales especiales, obviamente en la que los jueces sean los desfalcadores del Estado y empresarios de comprobada práctica corrupta.
Los jueces que venden sentencia se mantendrían en sus puestos, al igual que los fiscales que se prestan a todo, menos a hacer valer los principios de la buena administración de Justicia.
Una ley dura contra el hombre y la mujer honrados sería una alternativa para que la sociedad legalice su cultura de impunidad, la que viene atrincherando a quienes han creído que la vergüenza y el honor es un valor últil para todos.
A la persona honrada, es obvio, la tienen atrincherada y lo que falta es que se le encarcele para que el bandidaje establezca definitivamente, y sin temor a nada, todo su reino.