OVIEDO, España, 26 oct (IPS) – La entrega de los premios Príncipe de Asturias suscitó grandes apoyos este año en España, pero también fuertes críticas por ser uno de los favorecidos el ex vicepresidente estadounidense Al Gore (1993-2001).
Gore recibió el galardón Cooperación Internacional, por su defensa del ambiente, en el acto realizado este viernes en la noroccidental ciudad de Oviedo y presidido por el heredero de la corona española, precisamente el Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón y Grecia.
También fueron premiados este año el cantautor estadounidense Bob Dylan, en Artes, el británico Meter Lawrence y el español Ginés Morata, en Investigación Científica y Técnica, el israelí Amos Oz, en Letras, la revista británica Nature y la estadounidense Science, en Comunicación y Humanidades.
Por su parte, el alemán Ralf Dahrendorf, recibió el de Ciencias Sociales, su coterráneo Michael Schumacher, el de Deportes, y Yad Vashem, Museo del Holocausto de Jerusalén, el de Concordia.
Gore presentó esta semana en varias ciudades españolas el documental titulado "Una verdad incómoda", en el cual se alerta sobre los cambios climáticos que provocan y provocarán en el futuro las emisiones de CO2. "El debate sobre el recalentamiento global ha terminado. Todavía no es demasiado tarde, pero no nos queda mucho tiempo" para enfrentar ese problema, afirmó.
El premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional fue otorgado antes a personalidades como los entonces presidentes José López Portillo, de México (1976-1982), Raúl Alfonsín, de Argentina (1983-1989), Óscar Arias, de Costa Rica (1986-1990 y en la actualidad), y Mijail Gorbachov, de la hoy desaparecida Unión Soviética (1985-1991), junto al político francés Jacques Delors.
Otros fueron los mandatarios Frederic W. De Klerk, de Sudáfrica (1989-1994), en conjunto con su coterráneo Nelson Mandela, Yasser Arafat, de Palestina (1996-2004), compartido con el israelí Isaac Rabin, Mario Soares, de Portugal (1986-1996), y los brasileños Fernando Enrique Cardoso (1995-2003) y Luiz Inácio Lula da Silva, cuyo mandato finaliza en 2011.
También lo recibieron el Gobierno y la Unidad Revolucionaria (guerrilla) de Guatemala, el Comité Científico para la investigación en la Antártica, el Grupo Contadora, el entonces secretario general de la ONU, Óscar Arias, las Universidades de Salamanca (España) y Coimbra (Portugal), el programa Erasmus y la Fundación Hill y Melinda Gates.
El príncipe Felipe, al entregarle el premio, afirmó que Gore "valerosamente y con tesón ha puesto todo su empeño en que todas sus advertencias sean escuchadas, para que seamos más conscientes de que sólo si conservamos este patrimonio heredado, ese tesoro que es nuestra Tierra, sólo si evitamos que nuestro hermoso planeta, nuestro verdadero hogar, se degrade hasta extremos irreversibles, habremos cumplido uno de nuestros mayores deberes como seres humanos".
La primera y más dura crítica le llegó desde la principal fuerza de oposición en España, el centroderechista Partido Popular (PP). Su líder, Mariano Rajoy, cuestionó a Gore, sin nombrarlo, arguyendo incoherencia entre su campaña de ahora y su actuación en esta materia como vicepresidente de Estados Unidos.
"No se puede tener una visión apocalíptica", como "algunos que no han firmado el Protocolo de Kyoto y van dando conferencias", dijo el líder del PP.
Sin embargo, el gobierno que integró Gore adhirió a ese convenio de lucha contra el cambio climático, firmado en 1997 en esa ciudad japonesa y que entró en vigor en febrero de 2005, y quien retiró la rúbrica y, por tanto, dejó a Estados Unidos fuera de su jurisdicción de aplicación fue la administración que le sucedió, de George W. Bush. Lo hizo en 2001, poco después de asumir la presidencia.
Rajoy se declaró defensor del ambiente pero, refiriéndose a Gore, añadió que "no se puede decir a la gente que el mundo va a desaparecer y que aquí estamos en una situación ciertamente peligrosa". Por ello, opinó que "no se debe transmitir una visión apocalíptica de la situación" que provocaría el cambio climático y le reclamó sensatez.
En contra de Rajoy salió el canciller español, Miguel Ángel Moratinos, quien se refirió a Gore diciendo que "el prestigio del premio recayó en la cara más visible de la lucha de cientos de hombres y mujeres que llevan años insistiendo en la irreversibilidad del deterioro ambiental".
Por ello, dijo Moratinos a IPS este viernes que considera que "a través de este premio se reconoce la contribución de Al Gore a la sensibilización de sociedades y gobiernos de todo el mundo". "Pero además se otorga valor a los esfuerzos de todas aquellas personas e instituciones que trabajan en esta línea", añadió.
Mientras, un premio que no recibió críticas sino innumerables elogios es el de las letras que recibió Amos Oz, oriundo de Jerusalén y actual catedrático de literatura hebrea moderna en la Universidad Ben Gurion, de su país.
En una conferencia dictada en la noche del jueves, comenzó aclarando que él no representa a nadie y refiriéndose al conflicto que asola su tierra natal hizo dos afirmaciones que llamaron la atención.
En la primera opinó que, aunque la solución puede corresponder a Estados Unidos, "fue Europa la que oprimió a los judíos y a los árabes al mismo tiempo", por lo que tiene una gran responsabilidad para el futuro. En la segunda manifestó su convicción de que "la mayoría de palestinos y judíos saben que esa tierra se dividirá", en un territorio para cada parte.
El escritor chileno radicado en Oviedo, Luis Sepúlveda, destacó que él leyó y lee a Oz, "le admiré y lo admiro".
La novela titulada "Una historia de amor y oscuridad", según Sepúlveda, bien podría haberse llamado "Cien años de soledad de Israel", porque en ella está todo de la historia de ese pueblo, así como el desconsuelo y la esperanza.
Otra escritora, la española Eugenia Rico, calificó a Oz como el escritor más exótico "a este lado de Corea del Norte". Y subrayó que "no es fácil ser una voz por la paz en el Medio Oriente en medio de un conflicto sangriento como el de Israel, pero mucho más difícil es conseguir que las palabras sigan siendo honestas y bien colocadas, que no se traicionen a sí misma sin traicionen a quien las escribe".
"Eso es lo que consigue Amos Oz, con disciplina militar, con orden, en las frases y en las ideas. Es el hombre que habla en medio de la nada. El hombre del desierto, que del desierto trae consigo un viento de palabras", apuntó.
Estos premios comenzaron a otorgarse en 1981 cuando todos los galardonados fueron españoles, excepto el mexicano Portillo. Pero poco a poco se fueron otorgando a personalidades de otros países, llegando al de este año en el que lo recogió un solo español, Ginés Morata, y ningún latinoamericano.
Eso llevó al destacado periodista español Luis del Olmo a señalar que echa en falta "a más premiados con acento español".
Este año, subrayó, "ciudadanos de habla inglesa se han visto favorecidos casi con un 95 por ciento de los premios". (FIN/2007)