El doctor Héctor Augusto Cabral Ortega, nació en la calle Padre Ayala, de la ciudad de San Cristóbal, hijo del matrimonio entre Secundino Cabral Romero y Altagracia Ortega Pérez, al final de la segunda década del siglo XX (1928). Los estudios primarios fueron realizados en la Escuela Pública de aquella comunidad. El bachillerato lo realizó en las escuelas normales de San Cristóbal, Azua y Barahona y la carrera de Derecho, en la antigua Universidad de Santo Domingo, entonces doctorado, donde recibió las cátedras de criminología del profesor Leoncio Ramos, más o menos por el año de 1950. Por aquel tiempo la bibliografía de dicha asignatura no era muy abundante, sin embargo, varios textos entre los que se cuentan Delito y Psique (1948), de David Abrahamsen, Biología criminal en sus rasgos esenciales (1957), de Franz Exner y Criminología (1934), de Edmundo Mezger, eran propios de la época.
Durante los estudios del doctorado en Derecho, las informaciones básicas de criminología eran las contenidas en las cátedras del profesor Ramos, las que resultaron ser desde el primer momento la parte introductoria de la materia, más atractivas que el derecho penal imperante de entonces.
La criminología se había establecido como el conjunto de conocimientos sistematizados, y nuestro autor la estudiaba y analizaba con fruición. En un principio y como todos los recién iniciados en una ciencia cualquiera, cultivar la criminología general, que como se esperaba, se convirtió en una aliada incondicional del derecho represivo. Posteriormente y en la medida en que transcurría el tiempo y con la participación en varios cursos, seminarios, conferencias y congresos nacionales o internacionales, abordó el doctor Cabral Ortega la criminología clínica, y de veinte años para acá, la criminología crítica, influenciado por las teorías del maestro italiano Alessandro Baratta, ya fallecido.
Sus primeras publicaciones se echaron de ver en las revistas de Costa Rica, Venezuela y Perú; de esa etapa datan algunos de sus trabajos tempranos sobre temas tan variados como Delincuencia de cuello blanco, Violencia en América Latina, Diferentes modalidades de la violencia, incluyendo la constitucional, etc. A ese respecto, y en el número seis (6) del capítulo criminológico, publicación de la Universidad de Zulia, en Maracaibo, Venezuela, los directores de ese órgano de difusión, publicaron un estudio criminológico-jurídico con el tema “La reforma penal y el funcionamiento de la Justicia penal: tendencias y balances” (1978), en la que tuvo a bien exponer en un Seminario Internacional celebrado en la capital de Costa Rica, en San José.
Conviene destacar o consignar que el campo de la criminología científica reveló al hombre pensante, que en tan amplio como pudieran llegar a ser sus conocimientos, jamás se llega a dominar la vastedad de una ciencia. Recibía con regularidad publicaciones extranjeras de Venezuela, Alemania, México, Perú, Costa Rica y otros países donde existe una real y efectiva preocupación criminológica; su esfuerzo en la dirección de mantenerse, aunque sea medianamente documentado o informado, se convirtió en su regla.
En lo concerniente a su formación en el campo de la criminología, es bueno señalar que ella tiene valor práctico y teórico, tras haber cursado las licenciaturas de psicología clínica, de sociología y de ciencias políticas con mención en estudios socioeconómicos. Esta última carrera la concluyó con un trabajo de grado titulado: «Situación de los trabajadores en América Latina y República Dominicana», el cual mereció el reconocimiento de los miembros del jurado examinador, y una elevada calificación.
Fundamental importancia tiene en su desempeño a favor de la criminología, la relación con otros colegas criminólogos, de cuyas anécdotas y memorias domina un gran interés para el quehacer criminológico.
Ha mantenido relaciones de amistad e intercambio de obras, revistas y trabajos científico y doctrinario con el profesor Alessandro Baratta (Italia), Emiro Sandoval Huertas y don Alfonso Reyes (colombianos), estos dos últimos asesinados ambos en el asalto por parte de las Fuerzas Armadas colombianas, al Palacio de Justicia de Bogotá; su amistad con la destacada criminóloga y penalista Lolita Aniyar de Castro, directora del Instituto de Criminología de la Universidad de Zulia, Venezuela, y actualmente diputada al Congreso; los venezolanos, Elio Gómez Grillo, de la corriente comparada de la criminología latinoamericana, Rosa del Olmo, Tito Córdova Monasterios, Héctor Nieves, y Marcela Márquez; Carmen Anthony (Chile), los argentinos Luis Marcó del Pont y Roberto Bergalli, Luis Rodríguez Manzanera (México), y otros tantos más, no menos importantes que los mencionados.
En 1978 tuvo la honra de conocer y tratar en Costa Rica al maestro mexicano don Alfonso Quiroz Cuarón, maestro de maestros, unos de los primeros en América Latina en desarrollar la Antropología criminal y primer criminalista diplomado por la Universidad Autónoma de México; los costarricenses Luis Castillo, Luis Lachner, Jorge Montero y Ana Isabel Garita, Denis Szabó (Cánada), quien fuera director de la Sociedad Internacional de Criminología; Caridad Navarrete Calderón (La Habana), directora del Instituto de Ciencias Penales y Criminología de Cuba, entre otros.
El haber estudiado directamente con estos profesores bien dotados, así como sus esfuerzos en el ámbito de la metodología de la investigación de las ciencias sociales, le permitió concebir estrategias más adecuadas para incursionar en el mundo de la criminología.
“Reflexiones criminológicas”, publicada por ONAP, en 1982, fue concebida y escrita para dotar a los estudiantes pobres de la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo de algunos conceptos básicos, fundamentales, del quehacer criminológico. En ella plantea nuestro autor el criterio de que el delito, en sentido general, es un fenómeno con implicaciones socioeconómicas, sociopolíticas, y socio-culturales. Este planteamiento recogerá sus concepciones respecto a las funciones de la judicatura nacional, el apego a las leyes, las concepciones doctrinales y jurisprudencias provinentes de otros países como idiosincrasias muy diferentes a la nuestra.
Él explica: «Cada día es mayor y más profunda nuestra dependencia de legislaciones foráneas y cada día, repetimos, es mayor la aplicación de penas sumamente severas a los infractores de este desventurado país. Es de lamentar, igualmente, que dicho proceder extranjerizante, como si la severidad en la sanción fuese un remedio eficaz para disminuir ostensiblemente, el número de crímenes y delitos que se cometen en nuestro medio. A quienes piensan y actúan así queremos recordarles, como un ejemplo elocuentísimo, que los Estados Unidos de Norteamérica aplica la pena de muerte mediante inyecciones letales, la silla eléctrica y la cámara de gas; donde existe la cadena perpetua y penas privativas de libertad del orden de cientos de años, las estadísticas aún acomodadas o maquilladas nos dicen que el número de infracciones de contenido violento es cada día mayor, lo que nos enseña que ese no es el correctivo adecuado, que ese no es el remedio apropiado para combatir la criminalidad en todas sus vertientes».
El fenómeno criminal ineludiblemente debe estar íntimamente relacionado con el problema de las distintas estructuras que configuran cualquier sociedad; que dichas estructuras son además de injustas, infuncionales y responsables en mayor medida del fenómeno aludido. Consideró la criminología un arte y una ciencia. Pero ha sido enfático en señalar que quienes opinan del fenómeno criminal, no dejan que la práctica sea una política, sino lo que se hace y practica es la politiquería.
A lo largo de toda su vida, la preocupación fundamental de la criminología la ha orientado a cuestionar mayormente los gobiernos que hemos tenido. En sus “Reflexiones penitenciarias”, editado por ETSA, en 1992, se ubicó y centró en la construcción de cárceles, no en la remoción de esas estructuras obsoletas e infuncionales que no le han permitido ni le permiten en la actualidad al hombre dominicano de hoy, realizarse como ser social con necesidades inaplazables y aspiraciones que materializar.
Entre los obras principales últimas que publicó, se cuentan: Estudio Crítico de las Leyes Agrarias (1975), Economía de Plantación y Producción Azucarera en República Dominicana (1978), Temas y Comentarios Diversos, Citas, Notas, Comentarios y Reflexiones de Criminología (2003).
En lo concerniente al Estudio Crítico de las Leyes Agrarias, la idea medular –si cabe el término–, consideró como una burla al campesino sin tierras, dueño únicamente de su fuerza de trabajo, el hecho de que la captación de las tierras que se iban a donar dependía de la parte improductiva que los geófagos de este desventurado país aportarían para la reforma agraria.
“Una burla –ha dicho él–, porque esas tierras no eran aptas para la agricultura y mucho menos para la pequeña pecuaria; Economía de Plantación y Producción Azucarera en República Dominicana, resultó ser una denuncia de que en pleno siglo XX a los picadores o contadores de caña de azúcar en nuestro país se les somete a una especie de semiesclavitud”. Reflexiones penitenciarias, para denunciar, como ya dijimos, no tan sólo la errada estrategia de ciertos y determinados gobiernos de construir cárceles y más cárceles, sin ni siquiera humanizar y adecentar las que existían hasta antes poner en marcha dicha estrategia, sino para recordar a las autoridades carcelarias, que para que haya un sistema penitenciario como se ha pretendido es indispensable tener muy en cuenta que el único derecho cuyo ejercicio se le suspende (o priva) a todo procesado, es el del libre tránsito.
Ello cuando se le ha rechazado cualquier solicitud de libertad provisional bajo fianza o cuando agotados los recursos ordinarios y extraordinarios con relación a su expediente cumple la sentencia privativa de libertad que se le ha impuesto y la decisión a ese respecto es definitivamente irrevocable.
Sus conocimientos de criminología clínica le condujo al terreno importantísimo de la medicina legal, lo cual ha concentrado con sus estudios de psicología criminal, en las que estudió varias obras de materias tales como psicología médica, psicopatología y enfermedades orgánicas, psicopatología y educación, etc., y otra que ocupan lugar en los anaqueles de su abundante, a la vez que modesta, biblioteca.
Por último, y como complemento de las obras principales que ha escrito, su Temas y comentarios diversos, que se nos antoja como un híbrido criminológico-político es como una voz más de alarma en la que denuncia la globalización y el neoliberalismo. Y en esa línea de pensamiento, queremos advertir a los que dentro de poco tiempo van a padecer los efectos altamente negativos de tales políticas neo-coloniales importando poco que se trate de las masas desposeídas, como de los ricos y encumbrados de la sociedad dominicana. Igualmente dicho texto contribuye a la formación de los nuevos profesionales del derecho y la criminología. De Citas, Notas, Comentarios y Reflexiones de Criminología (2003), analiza sus últimas concepciones en lo que da los detalles de inherentes a su contenido, se explican por sí mismos.
Sus reconocimientos alcanzaron todos los escenarios del mundo profesional y académico de nuestro país. La Universidad Autónoma de Santo Domingo lo honra como docente distinguido, desvelando con su nombre una aula en el nuevo Edificio de Aulas de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas; la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA) le ha rendido un merecido homenaje a su labor de intelectual puro, dedicado al conocimiento, en forma pura y desinteresada de todos estos años; el Colegio de Abogados de la República Dominicana, lo distinguió otorgándole un reconocimiento a sus estudios en favor de la criminología, además de distinguirlo como activista de los Derechos Humanos.
Un emotivo reconocimiento del que aún tenemos vivo el recuerdo, se lo ofreció la tercera promoción de los estudiantes del Diplomado de Administración de Justicia Penal de la UASD, el 21 de diciembre de 195l (hoy convertido en Post-grado de Derecho Penal). Todavía escribe y publica el doctor Cabral Ortega, a sus 76 años de edad, pero sobre todo postula en los tribunales de la República.