Lo ideal es seguir haciendo a lo que se ha dedicado mucha gente: A ser solidaria, a dar algo de lo poco que tiene para que los afectados por las lluvias puedan rehacer su vida.
La tormenta Noel ha puesto de relieve el nivel de pobreza nacional, la indigencia colectiva y el Estado de inseguridad en que habitan miles de nuestros ciudadanos. Hemos visto que el progreso le ha llegado a uno poco y que la inmensa mayoría sigue en la pobreza.
Resolver los gravísimos problemas destapados por la tormenta, Noel se llevará muchos años, pero lo que no espera es la solución a la falta de alimentos, ropa y techo que afecta a miles de nuestra gente.
Por eso, la solidaridad nacional se impone, sin que con ellos renunciemos a hacer los reparos que el proceso mismo de reconstrucción requiere.
Es obvio que a todos nos sorprendió esta situación y que la eficacia de los organismos especializados para prevenir hechos como los acontecidos no fue la más adecuada.
Una de las debilidades puestas de manifiesto es que la Comisión Nacional de Emergencia no es un organismo dotados de los elementos para responder a tragedias como la sufrida por el pueblo dominicano. Su eficacia ha estado en torno a organizar operativos de Semana Santo y Navidad y no para enfrentar desastres de la dimensiones de una tormenta como Noel.
El mismo Estado Dominicano, ineficaz para solucionar los problemas de pobrezas en tiempos normales, ha sido desbordado por esta tragedia y es obvio que pese al esfuerzo del presidente Leonel Fernández, se han advertido fallas, muchas de ellas superadas en el mismo proceso contra los efectos de la tormenta.
Estos y otros puntos quedarán en la agenda tras el paso de Noel. Pero lo que no amerita discusión es que ahora la tarea es seguir asistiendo a los afectados por este fenómeno natural y hacerlo con sentido de integración, de unidad nacional, de tolerancia y con la comprensión que no es tarea sólo del gobierno, sino de todos los sectores nacionales.