Mediante experimentos realizados se comprobó que las ratas permanecían calmadas y enfocadas en su tarea de proteger a sus criaturas cuando eran sometidas a situaciones de tensión; mientras los machos se agitaban extremadamente y mostraban signos de una intensidad actividad cerebral, como si se estuviera preparando físicamente para defender a la comunidad.
Estos cambios venían acompañados por variaciones en los niveles de las sustancias químicas del cerebro. Si estos resultados también se dan en los humanos, esto podría conducir a medicinas específicamente hechas para cada sexo, para tratar problemas emocionales y de comportamiento.
Recientemente ha habido otras evidencias de cómo los hombres y las mujeres responden a las enfermedades de manera diferente. Por ejemplo, entre los asmáticos que se enferman lo suficientemente como para ir a un salón de emergencia, tres veces más mujeres que hombres son ingresadas en el hospital y tienden a permanecer en los centros asistencias mucho más tiempo que los hombres.