Melba Segura de Grullón y Margarita Cedeño de Fernández son dos “mujeres con pantalones”, no solamente porque de vez en cuando utilicen esas prendas de vestir, sino por su carisma y don de mando a la hora de poner en marcha determinadas ejecutorias.
La señora Segura de Grullón es la esposa del banquero Alejandro Grullón, visionario fundador del Banco Popular Dominicano y presidente del Grupo Financiero Popular. Doña Melba es presidenta de la Fundación Sur Futuro,
organización privada sin fines de lucro, que promueve el desarrollo y bienestar social de las comunidades de la Región Sur de la República Dominicana. Esta organización busca reducir los altos niveles de pobreza y marginación de los moradores de esa región, a través de acciones de desarrollo como el fortalecimiento de las capacidades locales, la educación, la protección del ambiente y el uso racional de los recursos naturales, entre otras.
Margarita Cedeño de Fernández es la esposa del Presidente Leonel Fernández. Ella, al igual que Melba de Grullon, es un símbolo de esperanza para muchas personas pobres. Con su trabajo tesonero han logrado favorecer a los menos pudientes de nuestra población, mediante programas de acción social, con un concepto fundamentado en la armonía y la convivencia, comprometiendo a los beneficiarios a ser protagonistas de su propio destino.
Son dos mujeres ricas que, mirándolo bien, no tienen necesidad de andar por ahí codeándose con los más jodidos, como diría cualquiera sin sensibilidad social. Pero no: esas damas han preferido ser útiles a la sociedad, como lo han demostrado con sus recientes actuaciones en beneficio de los damnificados de la tormenta Noel, que tantos estragos causó durante su paso por la República Dominicana.
La Fundación Sur Futuro, incluso alquilando camiones y helicópteros, ha logrado llevar alimentos, ropas y medicinas a regiones aisladas por las aguas, en un gesto que solamente Dios sabe como deberá recompensarlo.
La Primera Dama, Margarita Cedeño de Fernández, ha hecho algo similar con los damnificados. Gracias a las dos han canalizado ayudas nacionales e internacionales a favor de los infelices, todavía impactados física y sicológicamente por la desgracia.
Nuestro país se honra con mujeres así, que trabajan con valentía y más energía que muchos hombres, siempre con una sonrisa a flor de labios que inspira confianza. Sin politiquería ni engañifas.
Esto no quiere decir que no haya otras “mujeres con pantalones”, de ninguna manera. Hay muchas, algunas que permanecen casi en el anonimato, pero cuya labor es merecedora de un gran aplauso.
Los que sin modestia tenemos un poco de sensibilidad social debemos reconocer el trabajo de las dos damas citadas en este artículo, pues ambas han demostrado su gran solidaridad y cualidades humanas, mucho antes de que nos abatiera la tragedia causada por la tormenta Noel.