MONTEVIDEO, 9 nov (IPS) – Todo estaba listo para el comienzo del fin del conflicto: una cara más amable a punto de asumir el gobierno argentino, una pizca de flexibilidad uruguaya, algún consenso y un español impelido por su Rey. Pero algo falló y la chimenea de Botnia enturbia como nunca las relaciones rioplatenses.
La intransigencia ganó a los dos lados del Río de la Plata, y la mediación del canciller español Miguel Ángel Moratinos nada pudo hacer. Casi al mismo tiempo del abrazo de los presidentes Tabaré Vázquez, de Uruguay, y Néstor Kirchner, de Argentina, se supo que la firma finlandesa Botnia tenía vía libre para poner en funcionamiento su fábrica de celulosa.
Finalmente, la XVII Cumbre Iberoamericana, atrapada por problemas bilaterales, transita desde su inauguración el jueves en Chile con el gusto a fracaso del rey Juan Carlos de España en su intento por acercar a Montevideo y Buenos en su peor disputa del último siglo, desatada por la instalación de la planta en la margen oriental del limítrofe río Uruguay.
No hubo humo blanco en Santiago, como se había insinuado en octubre, y sí habrá humo negro en el río Uruguay, al menos cuando se enciendan las calderas de la fábrica de pulpa de papel.
A pesar de un acuerdo que se había ido plasmando en los últimos dos meses en un borrador, Argentina volvió a exigir la reubicación de la fábrica Orión de Botnia, y Uruguay trancó otra vez con su máxima de que con puentes bloqueados no negocia, puesto que, si bien desgastados, vecinos del lado argentino del río siguen cortando el tránsito hacia el principal puente binacional de los tres que unen a ambos países.
Es el peor momento de un conflicto "que se sabía es de largo aliento por la cantidad de actores implicados, los intereses que toca y porque la dialéctica de las disputas entre países lleva a que el asunto pase a la agenda política local y se involucren las sociedades, donde aparece el patriotismo y el orgullo nacional", comentó a IPS el uruguayo Romeo Pérez, especialista en asuntos internacionales.
Para Pérez, director del universitario Centro Latinoamericano de Economía Humana, Montevideo y Buenos Aires no pudieron pasar a la fase de "desescalada" y el cambio de gobernante de un mismo partido en Argentina el 10 de diciembre difícilmente logre pasar a una fase de distensión.
No sólo se volvió a la etapa de crispación. España dio un paso al costado y le cobró la cuenta a Uruguay, según las palabras pronunciadas este viernes por el canciller Moratinos.
España siempre está abierta a ayudar a "dos países hermanos y vecinos como Uruguay y Argentina, y por lo tanto expresamos en cierta manera nuestra sorpresa por esta decisión" de Montevideo de habilitar la entrada en funcionamiento de la planta, "pero al mismo tiempo nuestra voluntad de estar siempre a disponibilidad de las partes", dijo Moratinos en rueda de prensa.
Kirchner ya se había adelantado a liberar al rey Juan Carlos de la carga que le había puesto sobre la espalda un año atrás en Montevideo, en la anterior Cumbre Iberoamericana. "Su Majestad, quiero pedirle disculpas porque en su momento le pedí que facilitara, que mediara" en este conflicto, tarea que asumió "sin reparar en los costos" políticos que podría acarrearle.
El mismo tono de apesadumbrado agradecimiento hacia España utilizó Vázquez. "Coincido totalmente con las palabras del señor presidente de Argentina, en cuanto a que el camino para solucionar nuestros problemas, nuestras divergencias, es el diálogo, no hay otro", añadió en evidente contradicción entre discurso y hechos.
"Señor presidente de la querida hermana República Argentina, que ese río que nos recorre de norte a sur, uniendo de este a oeste, nos atraiga a un abrazo fraterno y prolongado entre los dos pueblos", agregó. Antes de pedir también excusas a sus pares iberoamericanos por haber puesto el conflicto bilateral en medio de la agenda de la comunidad, Vázquez se manifestó convencido de llegar a un acuerdo, "porque si no lo encontramos los gobiernos, los pueblos encontrarán el camino del máximo acercamiento, pues con los argentinos más que vecinos somos hermanos".
Pero esos caminos parecen conducir sólo a La Haya, donde la Corte Internacional de Justicia dirime la acusación presentada por Buenos Aires contra Montevideo por la presunta violación del Estatuto del Río Uruguay con el argumento de que el gobierno uruguayo no consultó a su par antes de dar el permiso a una fábrica con potencial contaminador de las aguas de ese curso fluvial.
Sólo queda la tenue esperanza del cambio de mando en Argentina, de Kirchner a su esposa, la presidenta electa Cristina Fernández. Aunque todo parece quedar en familia, la todavía senadora ha dado alguna señal favorable a una solución, como aceptar el hecho consumado de la presencia de la fábrica en la frontera. Pero, claro, antes de la frustración de Santiago. Apenas días después de ser investida, Fernández tiene marcada en su agenda una visita a Montevideo, para asistir a la cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur), que integran ambos países junto a Brasil y Paraguay, y con Venezuela en proceso de ingreso.
Pero el tiempo es escaso y las aguas bajan muy turbias del río Uruguay al Plata, pese a que la planta de Botnia apenas calienta este viernes sus calderas.
Esa llama de esperanza fue alimentada por el jefe de Gabinete argentino, Alberto Fernández, quien al parecer seguirá en el cargo en el próximo gobierno. "Cuando empiece a funcionar Botnia vamos a verificar cuánto se altera el medio ambiente en la región", apuntó en declaraciones a una radioemisora de su país.
"No vamos a estar haciendo pericias en abstracto, sino verificando datos reales", explicó Alberto Fernández, tomando distancia de la férrea oposición a la fábrica de parte de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú, grupo de esa oriental ciudad argentina ubicada a 22 kilómetros de Botnia, río de por medio, que bloquea el paso a Uruguay.
"Es distinto el resultado del reclamo si se verifica el efecto contaminante o no", dijo Fernández, y aclaró que la protesta oficial de su país es por la violación al tratado bilateral sobre la administración del río.
Fernández recordó a los asambleístas que "las protestas en la ruta no pueden ser alternativa al reclamo civilizado de ir al tribunal de La Haya".
Empero Hugo Domato, uno de los activistas de Gualeguaychú que viajó a Santiago, aseguró a IPS que seguirán batallando "cueste lo que cueste", confiados en que el movimiento sigue fuerte porque no puede ser descabezado dado su carácter horizontal.
Cira Muñoz, también de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú, expresó su ira a IPS al hablar telefónicamente desde su ciudad. "Sabíamos que iba a pasar, pero no así, nos tomó de sorpresa". La decisión de Vázquez "fue una cachetada al rey de España".
Kirchner, quien tuvo contacto con los asambleístas en Santiago, "debió haber estado siempre" cerca, y la presidenta electa debe "venir a Gualeguaychú" a conocer la situación, apuntó la activista, en respuesta al comentario de la senadora Fernández de que, si la planta no contamina, habrá que aceptarla.
Empero, el politólogo Pérez no ve que la mandataria electa "tenga la visión histórica, de estadista" para encaminar una solución que, entre otros aspectos, dejaría "desairado a su esposo, Kirchner", al resolver un conflicto con el que él no pudo.
Es el turno del trabajo reservado de la diplomacia profesional, no de los políticos y las cámaras de televisión, puntualizó.