ORIGEN DEL HELADO:
Es muy difícil establecer cuál es el origen del helado, ya que el concepto del producto ha sufrido sucesivas modificaciones en la medida del avance tecnológico, de la generalización de su consumo y de las exigencias de los consumidores.
Pero a pesar de todo ello, podemos fijar un primer hito en la historia de las bebidas heladas o enfriadas con nieve o hielo en las cortes babilonias, antes de la era cristiana. También se cuenta que el Emperador Romano Nerón enfriaba sus jugos de fruta y sus vinos con nieve o hielo traídos de las montañas por sus esclavos.
Durante la Edad Media, en las cortes Árabes, se preparaban productos azucarados con frutas y frutas o zumo de estas enfriadas con nieve (sorbetes). Marco Polo en el siglo XIII, al regresar de sus viajes al Oriente, trajo varias recetas de postres helados usados en China durante cientos de años, los cuales se implantaron con cierta popularidad en las cortes italianas.
Al casarse Catalina de Médicis con Enrique II de Francia, su cocinero llevó estas primitivas recetas de helados a la corte francesa, guardándose las mismas con mucho secreto. En Francia se añadió huevo a las recetas. Una nieta de Catalina se casa con un príncipe inglés, llevando así el helado a Inglaterra, a su cocinero se atribuye también el empleo de la leche. De esta manera se fueron difundiendo estos productos en Europa, llevándose luego a América durante la época de la colonización.
En el año 1660, el siciliano Francisco Procope abre un establecimiento en París, donde alcanzó gran fama con sus helados. El rey Luis XIV lo llevó a su presencia para felicitarlo por su producto. Se puede considerar a este establecimiento como la primera heladería existente.
SU ELABORACION PRIMITIVA:
Para su obtención, el antiguo método consistía en introducir todos los ingredientes en un recipiente metálico rodeado de una mezcla congeladora que contenía hielo y sal gorda. Los ingredientes se batían y removían hasta que se obtenía una mezcla de consistencia pastosa y textura suave.
Sabores clásicos a fresa, limón, chocolate, vainilla y no tan tradicionales, con gusto a salmón, jamón o queso han trascendido las fronteras culinarias y su fama, también, pero ahora, gracias a un nuevo estudio, se ha descubierto que el helado no engorda si se lo ingiere de manera adecuada y que sus beneficios son demasiados como para desecharlos de las comidas cotidianas.
Para su obtención, el antiguo método consistía en introducir todos los ingredientes en un recipiente metálico rodeado de una mezcla congeladora que contenía hielo y sal gorda. Los ingredientes se batían y removían hasta que se obtenía una mezcla de consistencia pastosa y textura suave.
BENEFICIOS DE CONSUMIR HELADOS:
Un reciente estudio estadounidense ha demostrado que el consumir helado ayuda a perder peso, fortalece los huesos, quema grasas, regula la tensión arterial, suaviza los dolores menstruales, previene las piedras en el riñón y vigoriza el sistema inmunológico.
ADEMÁS DE SABROSO, NUTRITIVO:
El helado, contiene mucho calcio y eso hace que se quemen más calorías, de ahí su doble virtud. Por un lado, se puede perder peso, por el otro se ejerce un efecto óseo protector. A la mayoría de la gente hay que obligarla para que consuma alimentos con calcio, pero cuando se le dice que el helado contiene los niveles de este elemento que el organismo necesita, y que no es un alimento que engorda, si se regulan las calorías, lo adoptan sin ningún inconveniente.
No se lo puede descartar ya que además contiene fibra, lípidos, proteína, minerales y aminoácidos", explica el médico nutricionista argentino Bernardo Lafuente, quien en las dietas que prepara para sus pacientes incluye la ingesta de helado diario.
Investigadores de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, han descubierto que el helado hecho a base de lácteos, también puede reducir el riesgo de infertilidad femenina.
ES MUCHO MÁS QUE UN POSTRE:
El nutricionista español Juan Manuel Esparza asegura que el helado, por sus aportes de vitamina B2, calcio y proteínas, no sólo puede ser considerado como un postre, sino el complemento ideal de una merienda sana, parte de un almuerzo o de una cena.
Pese a sus beneficios, hay que tener control con su ingesta y llevar una cuenta de las calorías permitidas.