Desde hace 5,000 años los chinos han usado la raíz de ginseng como "elixir de la vida" y ahora hay científicos rusos que afirman que tiene un valor definitivo en el rejuvenecimiento del cuerpo.
En New Foundland, una isla del norte de Canadá, una mujer debía tomar una manzana, llenarla de agujeros, llevarla bajo el brazo izquierdo durante un rato y luego brindársela a su amado. Se suponía que este ritual haría que la otra persona se enamorara de quien le había llevado la manzana.
En la antigüedad, los esclavos de la zona sur de Europa solían llevar consigo, como una prenda de vestir, el cuerpo entero de un murciélago, como amuleto para provocar el deseo amoroso de la persona de su predilección.
Mientras que los chinos relacionaban los melocotones con la sexualidad femenina (por su parecido con los senos de la mujer), los caros hongos subterráneos llamados "trufas" sirvieron de afrodisíacos en Francia a personajes como Madame de Pompadour y Napoleón Bonaparte.
Y a Casanova, el famoso conquistador del siglo XVIII, le gustaba comer ostras constantemente, para el mantenimiento de su potencia viril. Aunque las ostras en realidad no son una gran fuente de energía, sí son fácilmente digeribles y por esta razón él comía tantas, sobre todo antes de hacer el amor.