Adujo que la corrupción es un indicador de la falta de una institucionalización política efectiva.
SANTO DOMINGO. El politólogo Belarminio Ramírez Morillo manifestó que el auge que ha tenido la corrupción en la sociedad dominicana en las últimas décadas está directamente relacionado con el proceso de deterioro de los partidos políticos.
Expresó que los programas de combate y prevención de la corrupción puestos en marcha por el gobierno y la sociedad civil, en el que se gastan cuantiosas sumas de dinero, están orientados al fracaso.
A juicio del profesor universitario, esta campaña se está reduciendo a propaganda publicitaria y poses mediáticas, mientras en el desempeño práctico de las funciones públicas y privadas, el cáncer de la corrupción crece y se expande contra vientos y mareas.
Adujo que la corrupción es un indicador de la falta de una institucionalización política efectiva. Y por tanto, un combate efectivo a la misma debe comenzar por el adecentamiento de los partidos políticos, puesto que en el sistema democrático son estos los interlocutores válidos entre el Estado y los ciudadanos.
“El mensaje que enviaron los partidos a la población en los más recientes procesos internos de escogencia de candidatos y autoridades es que el dinero se impone sin importar su procedencia. Las candidaturas y los puestos de dirección partidaria son comprados.” Expresó el otrora Director del Instituto de Formación Política y Secretario Nacional de Capacitación del PRSC.
Dijo que en República Dominicana tenemos un Estado de partidos, y de estas entidades salen los Presidentes de la República, los Senadores, Diputados, Síndicos y Regidores. Por tanto, si queremos que la acción pública se revista de la decencia, honestidad, probidad y decoro, debemos comenzar la prevención y el combate a la corrupción adecentando a los partidos políticos.
Ponderó que uno de los principales retos de la democracia es hacer de los partidos instituciones eficientes en la gerencia pública y solución de los problemas nacionales. Es urgente recuperar la confianza en la política.
Manifestó que en la República Dominicana el auge de la corrupción guarda relación directa con el deterioro institucional y moral de las organizaciones partidarias. “De nada sirve invertir en campañas de educación contra la corrupción mientras los partidos continúan siendo fábricas de políticos corruptos e inescrupulosos.”
“La corrupción solo podrá ser erradicada de forma efectiva cuando tengamos partidos comprometidos con su combate y prevención asumiendo los ideales de honestidad, probidad y mérito, y que al mismo tiempo promuevan la formación de un liderazgo honesto.” Subrayó el abogado y politólogo.
Expresó que cuando los partidos son dirigidos por líderes morales, los funcionarios públicos cuidan de su comportamiento y se esfuerzan en construir buena imagen y reputación.
Dijo que en los partidos mayoritarios la corrupción no es considerada como un problema. Inclusive, los dirigentes que ascienden con mayor facilidad y que son promovidos por las cúpulas partidarias, son aquellos que por lo regular están despojados de todo referente ético y moral. Son aquellas personas que se prestan a lo que sea y como sea. Sustentó el político y académico.
Expresó que en el caso dominicano, la corrupción se ha convertido en una cultura, y que adquiere su mayor auge en el proceso de modernización experimentado en las últimas décadas donde los principales actores de la vida pública y privada se han apartado de las pautas tradicionales de la moral conductual que sirvió de sustento a la formación del pueblo dominicano.
La corrupción ha permeado a la sociedad dominicana en niveles tan profundos que para una parte significativa de la población no es catalogada ni como crimen, ni como delito. Es considerada como algo normal. Ante el espejo de un funcionario público o privado que se enriquece de la noche a la mañana, es común escuchar a personas decir “fulano se está defendiendo”, ya no dicen “fulano está robando.” Subrayó el politólogo y abogado.
Lo que hemos palpado en los últimos años, partiendo del comportamiento de la justicia, actores políticos y muchos actores sociales, es que estamos en una sociedad que perdió su capacidad de asombro y aceptó como normas válidas el imperio de la inmoralidad y la corrupción.