Pero ¿sabía usted que la costumbre de adornar árboles y ramas durante el mes de diciembre nace en el norte de Europa, entre el segundo y tercer milenio antes de Cristo?
Durante ese período los pueblos indoeuropeos consideraban a los árboles como expresión de las fuerzas fecundantes de la Madre Naturaleza, por lo cual se les rendían culto. En el último mes del año, en el solsticio de invierno, se adornaban árboles y ramas con follajes y luces de colores, para compensar su aspecto desolado, como una forma de clamar por el regreso del Dios-Sol.
Cada pueblo tenía sus creencias sobre el particular: los escandinavos consideraban al árbol como símbolo de duración y renovación de vida; los egipcios usaban hojas de palma con 12 brotes como expresión sagrada de la terminación del año y del triunfo sobre la muerte; los romanos celebraban sus fiestas decorando las casas con follaje verde, signo de fertilidad y los judíos celebraban en invierno la Fiesta de las Luces, encendiendo durante 8 días velas que ardían constantemente.
Los cristianos conocían todas estas tradiciones y ante la imposibilidad de erradicarlas decidieron utilizar el árbol y las luces para evocar el nacimiento de Jesús, representando el árbol de la vida, la luz del mundo; la vida eterna, la perpetua primavera de esperanza.
Antes de existir la luz eléctrica los arbolitos navideños eran iluminados con velas que simbolizaban purificación y la idea de que Cristo es la luz que guía al mundo.
Se cree que fue en el Norte de Europa, en los primeros años del siglo XVII (1605) cuando por primera vez se adornó un árbol para celebrar la Navidad; pero esta costumbre se difundió rápidamente por todo el mundo. Su forma triangular se adoptó para representar la Santísima Trinidad, con el Dios Padre en la cúspide.
A cada uno de los elementos representativos de la Navidad y que adornan el ya tradicional árbol, se les dio una simbología cristiana, que hasta la fecha conservamos:
La estrella que se coloca en la copa del árbol, representa el astro seguido por los tres Reyes Magos para llegar desde Oriente hasta Belén; la esperanza y los ideales para alcanzar una vida mejor.
Las bolas de colores, son una forma de atraer la abundancia.
Las campanillas, que son una muestra de la alegría de estas fechas.
Las coronas navideñas son signo de dignidad y poder. Cuando se colocan en la entrada de las casas es para mostrar la dignidad de la familia que las habita.
Figuras de ángeles: Simbolizan el amor, la bondad, la misericordia; la paz que se vive en estas fechas, o el Arcángel, que comunicó a la Virgen que había sido escogida para ser la madre del Hijo de Dios.
Velas: La Biblia señala que la Virgen María alumbró a Jesús en un pesebre, sin luz alguna. Por esto en muchos hogares se prenden velas y faroles, en puertas y ventanas para conmemorar aquella fecha tan señalada. Hoy las velas representan un elemento capaz de iluminar, purificar y fecundar nuevas ilusiones y esperanzas de paz.
Campanas: Para los cristianos son un recordatorio a la oración y la meditación También se considera que ahuyentan a los malos espíritus.
Los regalos que se colocan debajo del árbol simbolizan la cantidad de dones que Dios nos trae con su encarnación y que hemos de compartir unos con otros.
Los objetos brillantes colgados simbolizan el advenimiento de la luz y la gloria de Dios que se refleja a todas partes.