La ley (aún en vigor en media docena de Estados estadounidenses aunque es raramente aplicada) establece que la "pérdida afectiva" infligida a un marido por un nuevo seductor debe ser compensada en efectivo.
Johnny y Sandra Valentine se casaron en 1993. En 1997 Sandra empezó a trabajar para Jerry Fitch, que se había enriquecido en el mercado inmobiliario y en el petrolero.
Cuando dos años más tarde Sandra tuvo a un bebé, rápidamente fue evidente que la niña era hija de Jerry, no de Johnny.
En el divorcio -en el que reconoció el adulterio- Sandra obtuvo la custodia de la niña, una pensión alimenticia y la casa de la pareja.
Entonces, Valentine, de profesión fontanero, demandó a Fitch.
Un jurado reconoció que el divorcio representó para el plomero "la pérdida de compañía, amor, afecto, apoyo y relaciones sexuales", y ordenó al empresario pagarle 754.500 dólares para indemnizarlo.
La Corte Suprema se negó el lunes a revisar el caso, haciendo definitiva la condena.