Bette Davis: William Wyler obtuvo de ella sus mejores actuaciones y hasta logró que se viera bella (como en Jezabel, por la cual obtuvo un Oscar). Aunque se insultaban durante la filmación, eran amantes, pero no pudieron casarse porque ambos estaban unidos legalmente a otros cónyuges.
Bo Derek: La carrera de Bo Derek en la pantalla a principios de los años 80 fue muy breve, pero en pocos años se convirtió en una de las mujeres más deseadas del mundo, gracias a la campaña que montó alrededor de su marido, John Derek, ex estrella de cine y director frustrado.
Norma Shearer: Nadie le auguraba una carrera en el cine (era bizca y tenía las piernas muy gruesas), sin embargo, su esposo, el productor principal de la MGM, Irving Thalberg (quien intuyó su gran talento desde el primer momento) reservó para ella los mejores papeles en las películas más caras del estudio. Cuatro años después que él murió la carrera de ella decayó, pero le dejó una fabulosa galería de personajes.
Mía Farrow: Antes de que su relación con Woody Allen terminara de forma desastrosa y ante un juez de custodia infantil, el director revivió la vida artística y emocional de ella, usándola en sus mejores películas durante una década, lo que se constituyó en una de las partes más memorables de su carrera.