Ahora, los expertos de Heidelberg aseguran que unas notas apuntadas por el conocido del autor y trabajador del Ayuntamiento de Florencia, Agostino Vespucci, en los márgenes de un libro en octubre del año 1503 confirman de una vez por todas que Lisa del Giocondo es la modelo de uno de los retratos más populares del mundo.
Muchos historiadores han barajado la posibilidad de que la sonriente mujer sea la amante de Da Vinci, su madre o el propio artista. Sin embargo, el estudio de los académicos alemanes concuerda con la hipótesis más aceptada hasta la fecha, que afirma que la modelo del cuadro fue Lisa Gherardini, la mujer del poderoso mercader de Florencia Francesco del Giocondo.
El descubrimiento que realizó el doctor Armin Schlechter, un experto en manuscritos, despeja "todas las dudas" sobre la identidad de la Mona Lisa y aclara las "escasas pruebas" de los documentos del siglo XVI, que dejaban "muchas posibilidades" abiertas a la interpretación, según un comunicado emitido por la biblioteca de la universidad alemana.
Tres cuadros a la vez
En las notas que Vespucci realizó en su libro sobre el orador romano Cicerón, comparaba a Leonardo con el artista de la antigua Grecia Apeles y relataba que el pintor florentino estaba realizando tres cuadros a la vez, uno de los cuales sería La Gioconda, que significa feliz o alegre, además de sugerir el sobrenombre de la supuesta modelo.
Los expertos ya habían fechado el cuadro en la misma época, por lo que ahora aseguran que el descubrimiento de Heidelberg es un gran paso adelante, ya que es la primera mención oficial que hace referencia a la mujer del mercader. El historiador de arte de la Universidad de Leipzig Frank Zoellner ha afirmado que "no hay ninguna razón para que persistan las dudas sobre la existencia de otra mujer" y que todos los libros escritos acerca del enigma de la identidad de la mujer, "eran innecesarios".
El comunicado de la biblioteca de la Universidad de Heidelberg explica que la primera identidad con la que se vinculó a la Mona Lisa la propuso Giorgio Vasari, un funcionario italiano, en torno a 1550, aunque ya existían dudas de la fiabilidad de este personaje, que hizo su afirmación medio siglo después de que fuera pintado el cuadro.
A pesar de que el descubrimiento ya se había publicado en el catálogo de la biblioteca poco después de producirse, había recibido muy poca atención hasta que un periodista decidió registrarlo.