Historia del parto en el agua:
El primer parto en el agua registrado en la modernidad, tuvo lugar en Francia en 1803. El caso, que fue detallado en un periódico de la sociedad médica francesa, argumenta que una mujer que había estado en labor durante cuarenta y ocho horas encontró un alivio en su lento progreso sumergiéndose en el agua caliente. Después de estar breves instantes en el agua el bebé salió tan rápidamente que no tuvo tiempo de salir del agua para dar a luz a su bebé.
Se han recogido informes posteriores sobre el parto en el agua hasta 1960, cuando comenzó a haber documentación sobre el mismo en le Unión Soviética. En ese entonces surgieron historias muy interesantes en la Unión Soviética sobre el trabajo de Igor Chercovsky, científico y curandero ruso primordialmente autodidacta, el cual dirigió una investigación sobre animales pariendo en el agua. También observó la conducta de los bebés en el agua, incluyendo la de su hija Veta, que nació prematuramente en 1963.
Una decisión para pensar:
Algunas damas prefieren dar a luz bajo el agua porque creen que el dolor es menor, que la experiencia es más suave para el bebé y hay menos probabilidad de sufrir daños durante el parto. Pero no se ha comprobado ninguno de esos beneficios, según la autora del estudio, Sarah Nguyen, del Hospital Nacional de Mujeres en Auckland, Nueva Zelanda, y sus colegas.
Los investigadores describieron cuatro casos, todos los cuales ocurrieron en el mismo período de 18 meses, de bebés que inhalaron agua y fueron incapaces de respirar tras un parto bajo el agua. Uno de los nacimientos fue accidental, ya que el baño formaba parte del trabajo de parto, pero el recibimiento de la criatura se había planificado fuera del agua.
Los cuatro bebés comenzaron a sufrir dificultades respiratorias y tuvieron necesidad de oxígeno entre los cinco minutos y las seis horas después del nacimiento, indicaron los investigadores. Se les trató con antibióticos u oxígeno, y todos fueron dados de alta del hospital a los pocos días del nacimiento.
"Estos casos recalcan la necesidad de obtener más evidencia sobre la seguridad del nacimiento bajo el agua antes de que se pueda practicar de forma sistemática", concluyeron los investigadores.
Ruth Gilbert, especialista del Instituto de Salud en Londres, se hizo eco de la opinión de los investigadores en un comentario sobre los cuatro casos y señaló que "las mujeres embarazadas que están considerando dar a luz bajo el agua deberían ser conscientes de que, como en cualquier otra intervención médica, hay ciertos riesgos y todo forma parte de un consentimiento con total conocimiento de causa".
También agregó que "el riesgo más importante incluye la inhalación de agua, como se describió en los estudios de los casos, y la muerte, pero también ha habido informes de un aumento del riesgo de infección como resultado de la inhalación de las heces de la madre junto con el agua.
Pero aclaró que, por lo general, se desconoce si los bebés que nacen bajo el agua corren un riesgo mayor de morir que los que nacen fuera del agua, pues es difícil saber si el riesgo se incrementa ligeramente o no.
"No creo que haya problemas reales con el trabajo de parto, los problemas potenciales están en el parto y las mujeres realmente deben tomar sus propias decisiones al respecto", añadió Gilbert.