Luego de investigar 3,029 parejas con problemas para concebir, cuyas mujeres ovularan correctamente y no tenían problemas en las trompas de Falopio, se relacionó estadísticamente el índice de masa corporal (IMC) de las mujeres y los embarazos conseguidos, encontrándose una clara relación inversa: a más IMC, menos embarazos.
Considerando un IMC de 21 a 29 como referencia, las mujeres que tenían entre 35 y 40 tenían una probabilidad de embarazo entre un 26 y un 43 por ciento menor que el grupo de referencia.
La causa de esto podría estar en una alteración hormonal provocada por la obesidad que dificultaría la fertilización, ya que para lograr ésta debe darse una sincronización muy estricta entre diversos niveles de hormonas. En concreto, se sospecha de la influencia negativa que podría tener la leptina, segregada por los adipocitos, aunque hacen falta estudios más amplios para confirmarlo.
Así, para las mujeres que quieren quedar embarazadas, adelgazar es mucho más beneficioso todavía que para el resto de la población: tendrán más fácil alcanzar el embarazo, se reducen los problemas (que pueden ser muy serios) durante éste y el parto, y mejorarán su salud.