En casos como esos, con la mano en el corazón, debemos admitir qué tipo de comilona tuvimos para saber qué proceso seguir y, de paso, descartar que puedas padecer alguna patología alimenticia.
ATRACONES DE COMIDA:
Tienes que saber que un atracón es comer más de dos porciones habituales de un alimento, en un período de dos horas o menos. Esto quiere decir que estamos ante una conducta compulsiva que tiene como resgo alteraciones del sodio, potasio o cloro en la sangre, lo que ocasiona taquicardia.
En general, sólo se produce cansancio físico después del atracón, al mismo tiempo que aumenta la temperatura corporal con transpiración y deshidratación. Sin embargo, en situaciones extremas se puede llegar a perder el conocimiento e incluso a la muerte.
¿QUÉ HACER? Para evitar riesgos, lo mejor es ingerir agua mineral o jugo de naranja (o tomate) + agua normal. De esta manera se repondrán los electrolitos de sodio, potasio y magnesio que ocasionan las arritmias.
COMILONAS CLÁSICAS: Una comilona "normal" es cuando te comes hasta dos porciones de varias cosas, como las festividades (fiestas patrias, navidad, cumpleaños) o en los asados, donde se combinan muchos alimentos en grandes cantidades.
¿QUÉ HACER? Se se recomienda tomar un "atrapador de grasa" durante la comida, para no subir tanto de peso. (Siempre es conveniente consultar a un médico para estos efectos).
También, en casos como éste, se puede tomar dos tazas de alguna agüita caliente, cáscara de limón, (ojalá acompañada de agua de hierbas como manzanilla, paico y/o menta) que ayudan a la digestión de las grasas.
Si hay episodios previos de intolerancia hepática o hepatitis, el agua de boldo es siempre bienvenida.
Estas medidas sirven para reducir los ataques de vesícula, ya que las comidas ricas en grasas hacen trabajar al hígado en exceso, produciendo más sales en la bilis.
Si existían cálculos en la vesícula, la gran ingesta de grasa produce fuertes contracciones en ella, por lo que los cálculos podrían quedar impactados en el conducto que comunica al intestino con la vesícula.
PARA LOS DÍAS POSTERIORES:
Si ya te lo comiste todo y aplicaste las medidas inmediatas. ¿Qué debes hacer durante los días siguientes? Presta atención:
. Intenta consumir jugo de tomate, con jugo de limón y perejil. Evita el alcohol de más de 11º e incluye en tu dieta, el yogurt con lactobacilus bifidus activo, el cual promueve las defensas, restaura las vellosidades intestinales y coloniza el intestino con bacterias anticarcinógenas (que evitan la aparición de cáncer)
. Las grasas y el alcohol producen un reflujo ácido desde el estómago, hacia el esófago, produciendo esofaguitis. Si sientes acidez, lo mejor es tomar un antiácido y beber limonadas para mejorar el PH del jugo gástrico (el ácido del limón resulta casi neutro, en relación con el ácido clorhídrico del estómago y sus efectos permanecen mayor cantidad de tiempo que algunas sales efervescentes).
· Si el malestar persiste más de cinco días, consultar un médico.
EL IMPRESCINDIBLE TÉ VERDE:
Un antioxidante por excelencia es el té verde. Si consumiste grasas fritas, debes saber que éstas son muy oxidativas, sobre todo si el aceite ha sido reutilizado muchas veces, como ocurre en lugares de comida rápida o las fondas en septiembre.
En estos casos, se recomienda una dieta rica en semillas, verduras y frutas frescas, para contrarrestar los carcinógenos de las frituras.
CALORÍAS Y NECESIDADES ENERGÉTICAS:
Es importante recordar que las calorías provienen de los alimentos que ingerimos y son las que nos permiten realizar las actividades diarias; por eso es muy bueno saber la cantidad de ellas que consumimos diariamente, para de esta forma evitar excedernos en el consumo.
Un antioxidante por excelencia es el té verde. Si consumiste grasas fritas, debes saber que éstas son muy oxidativas, sobre todo si el aceite ha sido reutilizado muchas veces, como ocurre en lugares de comida rápida o las fondas en septiembre.
En estos casos, se recomienda una dieta rica en semillas, verduras y frutas frescas, para contrarrestar los carcinógenos de las frituras.
No hay que olvidar que nos alimentamos para adquirir energía y proporcionarle al organismo los nutrientes necesarios para su construcción, mantenimiento y reparación.
Esta energía la proporcionan los hidratos de carbono, las proteínas (unas 4 calorías por gramo) y las grasas (9 calorías por gramo). Para mantenernos en nuestro peso es imprescindible ajustar nuestro consumo a nuestras necesidades. Todo lo que consumamos en exceso se almacena en forma de grasa.
DISTRIBUCIÓN DE LAS CALORÍAS:
Para no sufrir desequilibrios ni en peso ni en nutrientes, hay que ingerir estas calorías de una forma determinada. Los hidratos de carbono deberían representar el 50% de la energía total. Piense que sin verduras, hortalizas y frutas nos faltarán vitaminas y minerales y que las legumbres y cereales son una energía barata y sana con alto efecto saciante. Las grasas no deben suponer más allá de 35%. Las proteínas tanto de origen animal como vegetal deben aportar el 15%.
NÚMERO DE CALORÍAS AL DÍA:
La cantidad de energía que gastamos es variable y resulta de la suma de diferentes necesidades calóricas obligatorias (metabolismo basal) y otras que dependen de nuestro estilo de vida y de la actividad física que desarrollemos. Teniendo en cuenta estas variables, algunos autores establecen valores energéticos de 2700 kilocalorías para un hombre adulto y 2000 para la mujer con una actividad física moderada.
Las recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud) establecen un aporte calórico de 2000 a 2500 Kcal/día para un varón adulto y de 1500 a 2000 kcal/día para las mujeres.
Estas necesidades disminuyen a medida que nos hacemos mayores. Un hombre de 65 años de constitución media necesitará unas 1900-2100 kcal/día mientras que una mujer 65 años de constitución media oscilará entre 1500 – 1700 kcal/ día.
NECESIDADES DE ENERGÍA DEL ORGANISMO OBLIGATORIAS:
Aunque estemos en reposo, nuestro organismo necesita energía para mantenerse vivo. Esta actividad que se llama "gasto energético basal" , según diversos estudios, en un adulto sano, puede requerir entre 1000 y 1200 calorías/día.
Por ejemplo, ciertos órganos como el hígado, cerebro, corazón y riñones, en condiciones normales suponen el 60-70 % de gasto total del organismo, a lo que hay que sumar la energía que se utiliza en la síntesis y formación de nuevos tejidos y que es más elevada en las etapas del crecimiento, lactancia y embarazo.
También hay que considerar el gasto de energía que se produce al ingerir alimentos y poner en marcha los procesos de digestión. Viene a suponer un 10% del gasto total. El nutriente cuya ingesta induce mayor gasto son las proteínas, seguidos de lejos por los carbohidratos y la grasa que estimula un gasto mínimo.