El venezolano Ramón Belisario, el americano Charles Stierlen, los peruanos John Padovani y Humberto Cazorla, y el argentino Quintín Fernández, unirán su arte y su vida en una sola exposición, que permanecerá abierta al público durante diez días.
La muestra cuenta con el apoyo de las embajadas de Perú, Estados Unidos, Argentina, y forma parte del intercambio cultural que el Museo del Hombre Dominicano, presidido el destacado antropólogo Juan Rodríguez Acosta, ha puesto en practica con organismo internacionales, y el que forma parte de la política cultural que ha implementado el Secretario de Cultura, licenciado José Rafael Lantigua.
Con un excelente catálogo, que busca actualizar y ampliar el resultado de un trabajo serio de estos cinco destacados artistas, los visitantes podrán presenciar no sólo pinturas, si nos esculturas y otras disciplinas del arte.
Al hablar en nombre de los artistas, el reconocido artista peruano Jonn Padovani, dijo que en la muestra, los autores rescatan el valor testimonial y temático de sus obras, señalaban sus cualidades estrictamente pictóricas, y sus indudables méritos plásticos y de composición artísticas.
"El alma del arte habita en cada discurso del creativo, unos tolerados, otros asimilados, y tantos indiferentemente convividos", manifiesta Padovani al referirse a los artistas participantes.
Ramón Belisario es un pintor aristotélico. Su arte es imitativo de lo que se observa en el sueño, y sus obras transforman al espectador en una poesía. Sin embargo, Charlie Stierlen utiliza el dibujo y el color como argumentos para horizontalisar el universo con la criatura humana, en el mismo valor de la creación.
En el catalogo, la critico de arte Iris Tocuyo Llovera dice de Humberto Cazola, que él como artista determina el hecho escultórico en su región insular, convirtiéndose -aclara- en un artista que viene del pueblo a la gran ciudad.
Al referirse a las obras de Johnn Padovani, el crítico de arte cubano Luis Beiro dice que el artista retrata en sus obras la ingenuilidad y la angustia. Sin embargo, las obras de Quintín Hernández, se traslada de lo armoniosa, al desorden.