No obstante, tanto para su estudio como para su detección y tratamiento, es importante reconocer los diferentes tipos entre los que se destacan la hepatitis A, de carácter agudo y muchas veces asintomático; la B que es crónica y se transmite habitualmente por el contacto sexual; y la C, también crónica, que se contagia por la vía sanguínea y es la primera causa de desarrollo de tumores hepáticos, así como también la principal causa de muerte dentro del campo de las hepatopatologías en pacientes con HIV.
Los especialistas enfatizan que hay que "salir a buscar" los casos entre las poblaciones de riesgo. En la Argentina una de cada 50 personas presenta los tipos B o C, de carácter crónico. Por su parte, el tipo A o agudo es el más peligroso ya que habitualmente se presenta sin síntomas que lo anuncien y puede provocar insuficiencia hepática severa.
El Dr. Adrián Gadano, Jefe de Hepatología del Hospital Italiano de Buenos Aires (HIBA), dijo debido a lo diferente que es cada variante, lo fundamental es reconocer el riesgo y salir a buscar la enfermedad entre las poblaciones más expuestas, porque la detección precoz es importantísima para poder comenzar el tratamiento, dado que la calidad de vida de una persona cuando su hígado no funciona bien es mala.
Señaló que saber de antemano quiénes pueden contraer hepatitis permite a los médicos adelantarse a los síntomas que, de hecho, en las crónicas no existen con lo cual la gravedad del cuadro es aun mayor.
Dijo también que en lo que respecta a la hepatitis A -para la cual hay vacunas disponibles- la Argentina es, según el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos (CDC, en inglés), una zona de alta prevalencia, fundamentalmente porque la transmisión puede darse en ámbitos de hacinamiento debido al contacto con materia fecal contaminada o a la ingesta de agua o comida afectada.
En cuanto al tipo B, que afortunadamente es menos común en Argentina, la principal vía de transmisión es la sexual, al igual que el virus del HIV aunque es mucho más infectiva. Por esa razón, en este caso, las poblaciones en riesgo serían los hombres homosexuales, los heterosexuales, las personas dializadas, las mujeres embarazadas y los que tienen HIV. Si no buscamos la enfermedad y no propagamos la necesidad de contar con un plan de vacunación universal, estamos llegando tarde: una vez que el virus se atrincheró dentro de la célula hepática", agregó el especialista.
Por otro lado, es importante que una vez detectada esta condición, para poder efectuar un correcto seguimiento, las personas afectadas puedan contar con herramientas para conocer la carga viral de la enfermedad e identificar el genotipo de la enfermedad.
"La mayoría de la gente no accede a estos 'beneficios' que en realidad deberían ser posibilidades universales porque, sin eso, es muy difícil conducir un abordaje que generalmente se compone de la combinación de dos fármacos y, en los casos en que es necesario, el trasplante hepático. Las hepatitis virales -tanto la A como la B y la C- constituyen un grave problema de salud que no debemos esperar contemplativos sino salir a buscar", refirió el doctor Gadano.
VIVIR CON HEPATITIS
Al ser consultado sobre su experiencia, Eduardo Pérez Pegué, paciente, Director Ejecutivo de la Organización No Gubernamental (ONG) HCV Sin Fronteras y director general de Hepatitis C 2000, declaró que en la Argentina, los problemas de tener hepatitis comienzan "al momento del diagnóstico debido a la imposibilidad de contar con la atención adecuada en determinados puntos del país y como consecuencia de las complicaciones en cuanto al acceso a la medicación".
"Esto genera que, en muchos casos, el tratamiento deba discontinuarse, agregó, razón por la cual desde las organizaciones estamos trabajando en conjunto con el ministerio de Salud para poder no sólo concientizar a la población sino además procurar erradicar la discriminación y garantizar los derechos de las personas con hepatitis", concluyó Pérez Pagué.