Ningún producto (natural o comercial) ofrece tantos beneficios a los niños como la lactancia materna; pues constituye más que un simple procedimiento de alimentación, por el contacto físico estrecho que establece entre la madre y el hijo, lo cual influye de manera positiva en el desarrollo emocional de la criatura.
La leche materna se produce en pequeñas glándulas parecidas a sacos en las mamas, los cuales se desarrollan luego de que unas hormonas específicas (como estrógeno, progesterona, prolactina hipofisaria y lactógeno placentario) los estimulan. Esto sucede a partir del segundo trimestre del embarazo.
La mama humana no almacena una gran cantidad de leche, como lo hacen las vacas, y la succión de parte del recién nacido estimula la liberación de una hormona llamada prolactina. La prolactina incita la producción de leche y la liberación de otra hormona: oxitocina.
Al comienzo del proceso, la leche tiene un color azuloso y contiene lactosa y proteínas, pero poca grasa. De ahí se forman el calostro (primera leche) que se caracteriza por su elevada concentración de inmunoglobinas, y la postrera, que es el producto final y la principal fuente de energía para el bebé.
UN ALIMENTO IRREEMPLAZABLE:
La leche materna jamás podrá ser reemplazada, porque está repleta de nutrientes esenciales que otras leches no poseen. Por eso, Organización Mundial de la Salud recomienda que hasta los seis meses de edad los niños sean alimentados de manera exclusiva mediante este método y se proceda a partir de ahí a introducir de forma gradual alimentos complementarios, hasta llegar al segundo año de vida (y más, si fuera posible).
NO SOLO BENEFICIA A LOS NIÑOS:
La lactancia beneficia también a la madre, pues favorece la recuperación post parto, disminuye el riesgo de cáncer de ovario y de mama, colabora en forma efectiva con el espaciamiento de los embarazos porque disminuye la fertilidad, además de ahorrar recursos en alimentos y salud.
También, controla el estreñimiento, disminuye las alergias, evita hemorragias después del alumbramiento, mejora la mineralización ósea y ayuda a perder peso.
ALGUNAS RESTRICCIONES:
Normalmente, toda mujer está en capacidad de lactar, pero en algunas ocasiones el médico puede recomendar otro método de alimentación para el bebe, ya sea por causas generales (relacionadas con drogas o medicamentos) o que tienen que ver directamente con el infante. Entre las generales se encuentran los casos en que una madre padece alguna infección grave, cardiopatía descompensada, insuficiencia renal; hiper o hipotiroidismo en tratamiento o desnutrición aguda.
También, se recomienda alimentar al niño de manera artificial cuando la madre consume drogas o algún medicamento que se elimina a través de la leche materna; o presenta alguna deformidad marcada en el pezón; mastitis o neoplasias.
Algunas condiciones propias del infante pueden impedirle que reciba los beneficios de la lactancia materna; entre ellos defectos congénitos tales como labio leporino, paladar hendido (le impiden adaptarse al pecho de la madre) o ha nacido mucho antes de las 37 semanas.
PALIATIVOS:
Si los pezones de la mujer son planos o están invertidos es preciso buscar una postura adecuada en el momento de la lactancia (tanto para la madre como del recién nacido) y deben ser estimulados con los dedos y con sacaleches, siempre con la ayuda del reflejo de succión del niño. Si presentan grietas pueden curarse y evitar que aumenten poniendo en práctica estas recomendaciones:
. Humedecer el pezón afectado con la misma leche materna y utilizar el secador y otro medio de calor semejante.
. Utilizar pezoneras especiales para este tipo de fisuras, para evitar la humedad a la que se somete el pezón continuamente.
. Aplicar en el pezón cremas anti-grietas (que deberá ser limpiada antes de ofrecer el pecho)
Si el niño tiene algún problema para la succión de la leche, existe la posibilidad de extraerse con ayuda de los sacaleches y se puede guardar en nevera o incluso congelador con ayuda de biberones y bolsas especializadas, conservándose en perfecto estado.