Y aunque su nombre parezca que se me ha quedado varado entre los libros de texto y los discursos, jamás ha estado ausente.
Aquí, todo lo tangible e intangible, todo lo relativo y absoluto de esta tierra tiene su nombre.
Mire desde su hora eterna los paisajes, todo el ámbito sagrado de la nación está lleno de su implacable sueño.
Ya aprendieron a musitar su nombre las banderas.
Es usted mi hombre comandante.
Porque usted no se vende ni se compra.
Porque usted no se transa ni se cambia de partido.
En usted comienza y recomienza la historia de este pueblo.
Es usted Patria tangible y desnuda.
Siga durmiendo el sueño de la vida permanente,
dulce aborigen de la gloria.
Siga usted imperecedero en todas las memorias del paisaje.
Porque usted ni figura, ni héroe, ni prócer ni hombre.
Solo patria poblada y absoluta.
Toda esta latitud sangrienta de sol
para la breve geografía de su nombre.
El tiempo suspendido esperando que dijera usted: vamos a escribir la historia, y despertaron las cañadas de su ensueño de brizas galopantes.
Por usted, "compadre Pedro Juan baile el jaleo".
Caña brava, caña dulce", "por ahí María se va".
"Dolorita si mis ojos te dan pena", "Hatillo Palma".
Cada porción de espuma,
Cada ración de polvo.
Toda diversidad multiplicable.
Todo elemento puro o combinable.
Todo construyendo el trozo nominal que le define.
Lo que falta o sobra.
Todo lo demás.
Ni mártir, ni individuo.
Ni definición, ni conclusión posible.
Ni prócer, ni paladín.
Ni mártir, ni historia.
Solo isla y mar,
Montaña y siembra.
Juan Pablo aire,
Juan Pablo sol,
Juan Pablo espermas y crepúsculos.