La popular cantante de 'Just Dance' hizo un berrinche y se negó rotundamente a beber de una taza que no era la suya. Y es que la olvidadiza chica dejó sus amados utensilios de cocina en el restaurante del hotel Metropolitan de Londres.
Por eso, envió un taxi desde su suite para que recogiera la pieza de porcelana azul con flores. "Empezó a montar un escándalo y exigió que le devolvieran su taza y su plato", explicó una fuente en 'The Sun'. La chica no suele poner su delicada boca en cualquier cosa, digo…solo para comer o beber!
De momento, se desconoce de dónde viene esta obsesión de la cantante de 23 años.