Psicólogo de profesión, pequeño, delgado, color muy dominicano, pausado y rápido a la vez en su dulce hablar, Fernando cosechó una siembra que nunca perecerá entre los universitarios y de seguro que entre sus amigos y familiares, quienes todavía no creen que desapareció físicamente, un día de mayo, no recuerdo qué año, porque me enteré de su ausencia meses después de su corto viaje. Aún lo sigo viendo y recordando con su inseparable boina.
Es un ejemplo de profesional a seguir, magnífico paradigma de cómo un profesional asume su rol con entrega total, elevándola al más alto sitial; recuerdo que aprendí a conocer la función que realizaba después que pasé los exámenes de Aptitud y Actitud en la DOP. Hasta ese momento, siempre creía yo que los orientadores enviaban a los estudiantes a las carreras universitarias menos pobladas.
Fernando Martínez era un universitario fuera de serie, pues nunca escuché a compañero alguno hablar mal de él. Y es que como humano no tenía pendiente el querer dirigir el Departamento de Orientación Profesional ni enquistarse en ningún estamento universitario, porque su razón laboral era servir, ayudar, educar, entender, fortalecer, a todos cuantos le rodeaban y, por ende, elevar a la UASD al sitial que le corresponde como institución educativa superior; aunque, sin quererlo, tuvo que asumir en varias ocasiones, de manera interina, la Dirección de ese Departamento.
No tenía prisas, siempre llegaba al punto central de las desavenencias y lograba su propósito final: resolver cualquier problemática asomada. No conozco a alguien que sea mejor defensor de la UASD que él. Institucionalista como el mejor, fue uno de esos personajes que amaban tanto esta institución, que sufría cualquier deterioro que asomara en ella. No sé si por eso murió tan a destiempo.
Por tanto, el Consejo Universitario, a través de la Dirección de Orientación Profesional, debe recordarlo en este que es su mes de partida física, pienso que debe declararlo Hijo Distinguido, o no sé…
No sé si en su Departamento lo estarán recordando, lo cierto es que Fernando Martínez dio cátedra en la UASD, sobre los códigos deontológicos del orientador profesional.
Aseguro que el máximo galardón se llevará si alguien se dedica a indagar de qué personaje estoy hablando. Pensar que él murió como que entristece un poco porque es de las personas que siempre harán falta.