Ante un juez los romanos juraban decir la verdad apretándose suavemente los testículos con la mano derecha, de ahí viene la palabra Testificar.
Para distinguir las mujeres fértiles de las estériles se depositaban un diente de ajo dentro de la vagina hasta el alba y si el olor del ajo pasaba hasta su boca tendría un hijo y si no pos era estéril.
Los legisladores españoles podían anular su matrimonio si su mujer era una estrecha.
Una tradición decía que si una mujer se quedaba embarazada con la regla los hijos le salían pelirrojos.
Los romanos llamaron al extremo del pene glande que significa bellota.
Las egipcias orinaban a diario sobre diferentes granos de cereales para saber si estaban embarazadas y saber el sexo que iba a tener el bebé. Si no germinaba ningún grano no estaba embarazada.
Con el paso del tiempo si un hombre ponía los cuernos a su mujer le metían un rábano por el ano y le depilaban las partes bajas, y si la mujer era infiel la desnudaban y la ponían en medio de la plaza del pueblo atada a un palo y posteriormente la paseaban por el pueblo montada en un burro desnuda.
Las mujeres Helenas empezaban a cumplir años a partir de su matrimonio.
Cleopatra fue la feladora más famosa del mundo antiguo, pues complació oralmente a un millar de varones.
Para conservar su potencia sexual los varones griegos nunca debían orinar donde antes lo hubiese hecho un perro.
Un amuleto Griego para aumentar la virilidad era ponerse un testículo de un burro en el brazalete.
La noche de bodas era para la novia un suplicio ya que había que desflorarla brutalmente. Para que no se oyesen los gritos de la mujer, los invitados se ponían a cantar.
La orquídea se llama así porque orq significa testículo en latín.
Hay creencias en las que piensan que la virgen María parió por las orejas.
El rey Tamba de Benarés, a los 22 años de edad acababa de celebrar su cumpleaños con sus 16000 esposas.
En la España medieval, si una pareja abortaba eran enviados a la hoguera.
Una creencia popular aseguraba que si se plantaban pelos de mujer menstruante en estiércol, se engendraba, gracias al calor del sol, una enorme serpiente.
Los católicos del siglo V debatían la moral de la mujer y si era humana o no.
Para no violar el mandato que impedía la ejecución de las mujeres vírgenes Tiberio ordenó que antes fueran violadas por el verdugo.
Los maridos y amigos se reunían en el andrón, la zona masculina de la casa para organizar orgiásticos banquetes (orgías entre hombres), de los que sus mujeres estaban excluidas.
Las mujeres romanas no podían salir a la calle y para comprar la ropa mandaban a mujeres feas.
¡Pero que bestias! El bestialismo era común en el circo romano, los animales desde toros, leones, jirafas eran entrenados para que copularan con mujeres en la arena, si estas se negaban, el animal llegaba literalmente a violarlas inducidos por sus domadores.
Creían que las mujeres feas eran menos fértiles que las guapas, los hombres demostraban su masculinidad teniendo hijos.
Los egipcios que querían virilidad adoraban a Min, un Dios con el pene erecto.
No solo los egipcios sentían atracción sexual por los cuerpos muertos y por eso los familiares de una mujer bella dejaban pudridse el cuerpo para que no se la beneficiasen.
Las mujeres egipcias solían casarse entre los 12 y 14 años de edad y los hombres hacia los 16.
En Japón, si la mujer era infiel se la sacaba a la calle y los vecinos de la aldea se corrían encima de ella (bukakke).
Los egipcios también eran aficionados al coito anal.
Para hacer el amor y masturbarse los griegos se untaban el pene con aceite.
Los romanos celosos a los esclavos le ponían un piercing en el prepucio para que no mantuvieran relaciones sexuales con sus hijas, la ama u otras esclavas.
Las mujeres romanas creían que después del coito el semen era absorbido por la matriz del útero e iba corriendo a lavarse a una palangana.
Se decía que el coitus interruptus era malo para los riñones y la vejiga.
Los solteros que fornicaban con la servidumbre eran condenados a pan y agua durante 20 días.
Se creía que el semen brotaba de los riñones.
Se creía que las mujeres de cara pálida y senos grandes eran frías en la cama.