según José Steinsleger el olfato sería la química de la naturaleza en contacto con lo intransferible de nuestra sensibilidad. Y el aroma, el olor agradable (exhalación) y particular que se dirige al olfato, la vista o el paladar.
Los perfumistas pueden preparar esencias atrapando todos los aromas de la naturaleza… con excepción del propio. Miles de personas pueden usar igual perfume y jamás oler igual.
En el drama (y metáfora) de la novela El perfume, de Patrick Süskind, el inocente y primitivo Jean Baptiste Grenouille se deja llevar por el aroma de una joven. Accidentalmente la mata. Desesperado, Jean Baptiste inhala el cuerpo con su olfato privilegiado para conservar el olor que lo embriagó. Enloquece. El aroma, que no es perfume, se fue.
Muchas veces llamamos "amor" a lo que sólo es olor. Ese olor intransferible que "va" con nosotros. Son tus perjúmenes, mujer/ los que me sulibeyan… Olores que agradan o excitan, que dan placer y armonía. En la perfumería y la manipulación de esencias y fragancias arte, técnica y ciencia se confunden.
El propio perfume. El perfume único que exhala el aroma de un cuerpo que, como en el caso de Jean Baptiste, a la hora de su ausencia o disputa ocasiona depresiones, locuras, violaciones o crímenes sin que los ajenos a estos desquicios de la mente entiendan las causas profundas que los motivan. Los perfumes pueden comprarse. Con los aromas no se juega. La pecera que Juan Luis Guerra quiere tocar con su nariz es cosa de sus feromonas y de su órgano vomeronasal, alojado en la nariz.
Los perfumistas aseguran que determinada esencia "va" con nuestra personalidad. ¿Podemos juzgar al semejante por el perfume, jabones y desodorantes que usa? Hay que tener cuidado con esto. Al Che Guevara no le gustaba bañarse y Tony Curtis aseguraba que besar a Marilyn Monroe era una experiencia inolvidable porque olía a rayos. Pero sí podemos mirar de reojo a Carol Petzold, parlamentaria de Maryland que no soporta olores de perfumes, colonias y desodorantes y pidió crear en la cámara de su estado una "zona sin olor" similar a la zona de no fumadores.
Alan Hirsch, doctor conocido como Dr. Smell (oler), director neurológico de una fundación que ha realizado estudios sobre el impacto del olor en los estados emocionales del individuo, cree que la elección del perfume personal es importante y ha desarrollado nueve perfiles de "personalidad aromática":
1. Pan y alimentos horneados: le huyen a la crítica y el rechazo y temen ser juzgados por otros. Personalidad callada y sin pretensiones, prefiere evitar riesgos y evade las situaciones en las que puedan ser centro de atención.
2. Pino. Amigable. Dulce, indecisa, sumisa, inocente, tolerante, comprensiva. Funcionan bien dentro de relaciones cerradas, seguras y a salvo.
3. Frutas. Cumplidora, perseverante y ambiciosa. Tienen sueños de grandeza. Líderes naturales. Altaneras.
4. Flores. Cautelosa, intelectual, introvertida. Intuitiva. Estas personas guardan muy bien sus secretos. Saben seguir órdenes, pero dependen de otros para la toma de decisiones cotidianas.
5. Talco de bebé. Colorida y alegre. Buena disposición. Mentalidad abierta, impulsiva, arriesgada, alma de fiesta. Disfrutan ser el centro de atención y se aburren con la rutina diaria.
6. Café. Está llena de energía. No les preocupa el futuro, vive el momento. Prometen más de lo que pueden cumplir.
7. Hierbas y especies. Incondicional. Van con la corriente. Leal, conservadora, fiel en sus relaciones románticas. Funcionan bien en equipo. Huyen de las confrontaciones.
8. Olor a la naturaleza. Idealista. Estricta con la puntualidad. Organizada y productiva. Exhiben confianza y competitividad en el trabajo.
9. Jazmín/lavanda. Rebelde. Le gusta establecer sus propias reglas. Trabajan menos de manera individual. Son fuertes y buscan cambiar las cosas para hacerlas de una manera mejor.