En todos los congresos de sexualidad a los que he asistido a nivel de Latinoamérica y de otras partes del mundo las discusiones son polémicas entre quienes defienden una u otra posición y todavía no se ha llegado a ninguna conclusión definitiva.
¿El homosexual nace o se hace? Es casi imposible dar respuesta a esta pregunta (y no sé si sea importante hacerlo). Creo que el miedo a la homosexualidad es lo que lleva a las personas a plantearse la pregunta.
En mi experiencia profesional me permito afirmar que tampoco la famosa teoría popular de que después de una violación el hombre se vuelve homosexual ha sido probada, pues trabajando con gays (no en terapia) sino como compañeros de trabajo no hubo esta historia en sus vidas y trabajando con hombres heterosexuales (sí en terapia) que fueron violados, no tienen ni han tenido comportamiento homosexual.
En la sexualidad humana hay diversos factores que inciden, y muchos de ellos tienen que ver con experiencias vividas en el pasado y en la primera infancia.
Por todo lo antes dicho, no podemos afirmar que las causas sean hereditarias, ni que por el hecho de que un joven admire a un ídolo gay se convierta en homosexual. La realidad es que la causa no la conocemos. Como tampoco conocemos la causa de las otras tres orientaciones sexuales: Heterosexualidad, Bisexualidad y Asexualidad.
Podríamos escribir páginas y más páginas, durante meses, sin llegar a conclusiones claras y siempre veremos cómo las opiniones personales cuentan mucho más que todo lo que la ciencia afirma. Se han escrito miles de libros sobre el tema y, si no le se considera una enfermedad, ¿cómo podríamos buscar la cura?
En diciembre de 1998 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) emitió una declaración en la que fija su posición en este tema y dice: "Se opone a cualquier tratamiento psiquiátrico como Terapia reparadora o de conversión, que se base en asumir que la homosexualidad en sí es un desorden mental o en la suposición de que el paciente debería cambiar su orientación sexual".
Además deja muy claro que los debates políticos y morales que rodean a este tema han oscurecido la información científica.
La validez, eficacia y ética de intentos clínicos para cambiar la orientación sexual del individuo han sido cuestionadas. A la fecha, no existen estudios con el suficiente rigor científico que avalen los resultados obtenidos. La literatura existente de estas supuestas curas consiste en informes de experiencias de individuos que sostienen haber cambiado y luego se retractaron de sus afirmaciones.
Las personas que afirman curar la homosexualidad entran en contradicción con la postura científica de la APA, que ha sostenido desde 1973 que la homosexualidad, en sí misma no es un desorden mental.
Basada en esta información, la APA concluye:
La homosexualidad en sí no es un desorden mental diagnosticable.
Como principio general, un terapeuta no debería determinar la meta del tratamiento forzosamente o de manera sutil para convertir o curar la homosexualidad. Los que así lo intenten se basan en teorías desarrollistas, cuya validez científica es cuestionable.
La literatura sobre terapias "reparadoras" usa teorías que hacen que sea difícil formular criterios de selección científica para el tipo de tratamiento.